10.3.15

Frege y su filosofía del lenguaje (II)



Las nociones de función y objeto son básicas en el sistema de Frege, así como las de sentido y referencia. Por lo que respecta a aquéllas, hay varias formas diferentes de abordar su comprensión. Se puede hacer desde la filosofía de la lógica, la ontología y la lingüística.

Respecto a la primera de ellas, la categoría función puede verse como una expresión matemática, formal, de un tipo no completo. Esto quiere decir que las funciones, por sí mismas, no representan nada (nada, aquí, se refiere a números), sino que sólo se aplican. Nos dice Frege (Estudios sobre semántica, Ariel, Barcelona, 1971): “el signo de una función nunca está saturado, necesita ser completado por medio de un signo numérico… el signo del argumento”. En la expresión “y es función de x” (y= f(x)), f es una expresión funcional que no tiene sentido por sí misma, mientras que x e y son expresiones nominales indeterminadas. El argumento de la función (f(x)) no forma parte de la función misma, sino que, en conjunto con ella, constituye un todo completo.

Pues bien, lo que tratará Frege de llevar a cabo es una aplicación de este análisis de las expresiones matemáticas al ámbito de las lingüísticas. Solía verse, en la lógica y la filosofía moderna, que la relación sujeto/predicado era la base del enunciado; Frege modificará esa preponderancia, sustituyéndola por otra estructura, la de función y objeto, de modo que cambiará el modo de entender tanto el análisis semántico como el ontológico.

¿A qué obedece que Frege propusiera su innovación? Sobretodo, a que la forma tradicional no era capaz de dar cuenta, según él, de procesos de inferencia en los que se dan enunciados que incluyen cuantificación. Lo que nos interesa ahora es que hay que distinguir entre expresiones funcionales y las que no lo son, porque sólo entonces podemos emplear correctamente la cuantificación (“todos”, “algunos”, etc.) dentro de los enunciados. La estructura lógica de una oración debe ser explícita cuando se la representa; el enunciado es un “pensamiento puro”, nos dice Frege, pero hay que entenderlo o basarlo en la estructura función/objeto, y no, como se había ido haciendo hasta entonces, en la de sujeto/predicado. Para ello, hay que fijarse en aspectos relacionados con el acto del pensamiento, y no tanto en su contenido.

Los enunciados se pueden entender como complejos, constituidos por expresiones completas e incompletas. Suele ser ésta última el predicado, y el sujeto ya no debe verse (es la pretensión de Frege) como la pieza central de la oración; en efecto, ésta será “concebida como la articulación de uno o más elementos en torno a ese predicado” (Eduardo de Bustos Guadaña,  Filosofía del Lenguaje, UNED, Madrid, 1999).

Concebirá Frege, pues, como expresión funcional, toda aquella expresión lingüística no saturada, incompleta, que precisa ser completada para constituir una entidad. Los argumentos de una función no serán ya sólo números, cualquier entidad que se pueda designar mediante una expresión nominal.

Aunque estos detalles son bastante complejos, tanto de exponer (quizá cometamos algún error…) como de entender, lo más importante que cabe destacar es lo siguiente: por lo que respecta a esta cuestión, Frege dota a la dupla función/argumento de sendas categorías semánticas que, en última instancia, suponen dos categorías ontológicas distintas, con las cuales se da cuenta de todo lo real. ¿Qué significa esto? Pues, en esencia, que ya no hay que entender lo real como entidades mentales construidas gracias a la abstracción a partir de la percepción o la experiencia; no, lo que Frege sostiene es que las categorías de lo real son lógicas, a las que se llega en virtud de un análisis del pensamiento puro, en el que, por tanto, quedan excluidas o fuera las representaciones sensibles.

En consecuencia, la forma lógica de la realidad (o la realidad misma) de algún modo estará presente, manifestada, en el pensamiento y en el lenguaje. Esta es, pues, la tesis básica fregiana: la estructura de lo real es lógica. Si analizamos el lenguaje podremos “subir” al escalón superior, semántico, ontológico, hasta descubrir las categorías de lo real.

La manera de Frege de afrontar el análisis lingüístico y ontológico llegará a ser fundamental en la posterior filosofía del lenguaje, influyendo notablemente en Russell y en el primer Witgenstein. De capital importancia para entender a Frege son otras dos nociones, la de sentido y referencia, pero las trataremos en otra nota para no sobrecargar en exceso la presente.


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