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5.1.15

Alcmeón de Crotona (y II)


Alcmeón intentó, asimismo, explicar el origen de los sentidos, pero sólo disponemos de un vago e impreciso texto de Teofrasto que no nos aclara mucho lo que debió pensar realmente Alcmeón: como nos dice Ángel Bernabé “parece que el oído se explica a partir de la asunción del vacío (quizá identificado con aire) en él, mientras que el olfato se concibe como un transporte directo de los olores al cerebro por medio de aire respirado. La vista es una refracción en el agua del ojo, si bien hay en ellos también fuego”. Sobre el tacto nada nos ha llegado, quizá porque no lo estudió Alcmeón.

Señala Jesús Mosterín que, quizás, “la aportación más importante de Alcmeón estriba en su claro reconocimiento del cerebro como sede de la vida intelectual del humán y como receptor último de las sensaciones visuales y auditivas”. Fue una idea que aceptaron tanto Demócrito como Hipócrates, pero Aristóteles la rechazó, y situó el centro de las sensaciones al corazón. Relacionado con ello hay otra característica del pensamiento de nuestro autor: la de diferenciar claramente entre sensación y pensamiento. Esto le diferenciaba de otros filósofos de su tiempo, como por ejemplo Empédocles, por ejemplo, que no los separaba. Con ello Alcmeón distinguía entre los hombres y los animales: los primeros sienten y “comprenden”, pero los primeros sólo sienten. Por otro lado, erró en atribuir al cerebro funciones que no le corresponden en absoluto, como la producción de esperma; en efecto, es lo que nos dice Aecio en sus Opiniones de los filósofos, cuando recogió que Alcmeón sostenía que la “simiente era una parte del cerebro”. También nos dijo nuestro filósofo, sigue anotando Aecio, que “el sueño se produce por la retirada de la sangre a las venas por las que fluye y que el despertar es una redifusión; la retirada total es la muerte”.

Respecto al alma, Alcmeón la considera inmortal. Emplea una analogía para justificarlo: los cuerpos celestes deben ser inmortales, toda vez que siguen y completan sus ciclos sin mermar ni envejecer, estando siempre en movimiento. Esta capacidad de moverse autónomo se debe a la existencia en ellos de un alma, tesis que será posteriormente elaborada y desarrollada por Platón en su Fedro (245c) así como en las Leyes (895e).

Los hombres, a diferencia de los astros, mueren. ¿Por qué? Porque, nos dice Alcmeón en una oscura y sucinta frase, “no pueden unir el principio y el fin”. ¿Qué significa esto? Posiblemente se pueda entender mejor, como nos explica Alberto Bernabé, si asumimos que “unir el principio y el fin” es lo mismo que hacer un movimiento circular, como el que realizan los cuerpos celestes. Sin embargo, esa clase de movimientos está fuera del alcance de los humanos, pues no pueden regresar a lo que fueron. Esta idea de unión entre el principio y el fin por medio del círculo es muy heraclíteana, y Alcmeón traslada esta noción de tiempo cíclico a la medicina: mantenerse vivo está supeditado a que todos los órganos se acoplen en un continuo; rota esa relación, llega la muerte.

Hay noticias, muy breves y escuetas, de otros intereses por parte de Alcmeón, como por ejemplo teorías astronómicas, que aunque recogían sus propias impresiones no parecen ser de excesiva originalidad. También estudió cuestiones naturalistas sobre animales, como cuando afirmó que “los muslos son estériles por la frialdad y levedad de su semen y que las mulas lo son porque el cuello de la matriz no se les abre”. Apenas nos queda el testimonio de cierta cita suya de carácter, por así decir, moral (“del enemigo es más fácil guardarse que del amigo”). Es bastante evidente que Alcmeón debió meditar y escribir más sobre estas cuestiones, pero casi nada más nos ha llegado.


Quizá no haya mejor manera de sintetizar la figura de Alcmeón que como lo hace Alberto Bernabé: “En suma, Alcmeón muestra una visión unitaria de la realidad como un todo coherente en el que los procesos estásn interrelacionados y son análogos. Ejemplos de esta actitud son su contraposición entre el movimiento dfe los astros y el de la vida humana, la relación del crecimiento del vello juvenil y la formación del semen con el florecimiento y el fruto de los árboles, o su concepción de la salud como igualdad de poder de las fuerzas, frente al reinado de una sola, que se manifiesta con un vocabulario (griego, isonomía y monarquía) habitualmente utilizado en política, con el que se asimila el equilibrio del cuerpo con el equilibrio social de la ciudad. Un espíritu, pues, positivo, consciente de sus limitaciones, pero al mismo tiempo abierto y totalizador. Su importancia para la posteridad fue decisiva: influyó de forma muy notable sobre la escuela hipocrática y sobre el propio Aristóteles […] que en muchos temas lo sigue de cerca”.

Alcmeón de Crotona (I)


A Alcmeón se le había adscrito dentro de la escuela pitagórica desde la antigüedad tardía, en una conclusión a la que llegaron muchos autores de esa época. No es una afiliación descabellada, dado que Alcmeón nació en Crotona, ciudad en la que Pitágoras había fundado una escuela o comunidad de seguidores, y dado también que en las teorías que conservamos de aquél hay una clara influencia de las del filósofo de Samos, o de su escuela, mejor dicho, si bien hay quien afirma que recibió también influencias de los jonios. Así pues Crotona, ciudad de la Magna Grecia, dentro de la península italiana, vio nacer a finales del siglo VI antes de Cristo a nuestro personaje, que moriría probablemente a mediados del siglo siguiente. Como en tantos otros casos, hemos perdido su obra original, que la tradición posterior tituló, para no variar, como Sobre la naturaleza, por lo que no cabe más alternativa que recurrir a la doxografía.

Alcmeón fue contemporáneo de Empédocles y Anaxágoras. En Crotona hubo una famosa escuela de medicina, de la que fue miembro, y que ya había visto aparecer a un gran especialista: Demécedes, pero, como señala Jesús Mosterín (La Hélade, Alianza, 2006, Madrid), Alcmeón “es el primer investigador y escritor médico griego del que tengamos noticia, el único precedente serio del gran Hipócrates de Cos y el primer autor de un libro de fisiología”. Parece que Alcmeón conoció a Pitágoras, ya muy mayor, y es bastante evidente que mantuvo contacto con la cofradía de éste (no en vano, en uno de sus fragmentos conservados menciona a algunos de ellos), pero hoy en día, como afirma Alberto Bernabé (De Tales a Demócrito, fragmentos presocráticos, Alianza, Madrid, 2006, obra que nos sirve de base para la presente nota), “nos damos cuenta de su poderosa originalidad y coherencia de pensamiento, que hacen de él una personalidad aparte en la historia de la filosofía griega”. El mismo Aristóteles (que refutó algunas de las opiniones de Alcmeón en un tratado hoy perdido) era partícipe en cierto modo de esta postura, pues lo distinguió claramente de los pitagóricos.

Alcmeón fue médico y filósofo, o, si se prefiere, médico-filósofo, en tanto que se interesaba por el ser humano fisiológico pero dentro siempre de una concepción pitagórica del mundo, nunca como ente aislado. Entendía como falible y limitado el saber humano, tanto por lo que respecta al saber del mundo o de las cosas como al de la enfermedad, porque el hombre alcanza únicamente “indicios” sobre la realidad. La sabiduría absoluta y perfecta, aquella que logra la certeza, sólo es de procedencia divina, a la que el hombre jamás llegará, una postura bastante diferente a la de la mayoría de los presocráticos, que veían en sí mismos la figura del sabio o poeta inspirado.

No parece que Alcmeón siguiera la costumbre milesia de atribuir a un único principio el origen de las cosas, si bien sí considera la existencia de contrarios, como los pitagóricos, pero sin limitarlos a un número concreto. Conservamos un fragmento recogido posteriormente en el que aplica esta filosofía de raíz pitagórica a la medicina. “Alcmeón solía decir que lo conserva la salud es la igualdad de poder de las fuerzas; de lo húmedo, lo seco, lo frío, lo caliente, lo dulce y lo demás. El reinado de una sola entre ellas es lo que provoca la enfermedad. Ésta sobreviene, bien por exceso de calor o de frío, bien por la abundancia o la falta de alimento; puede darse en la sangre, la médula o el cerebro. También puede producirse en esos sitios por motivos externos: aguas de cierto tipo o un lugar o agotamiento o violencia o cosas similares. La salud, según él, es la mezcla proporcionada de las cualidades”. Así pues, el cuerpo humano es un microcosmos en el que, si hay salud, domina siempre la armonía y el equilibrio entre diversos factores y tendencias (lo húmedo y lo seco, etc.), un estado llamado isonomía, y es la preponderancia de alguno lo que causa la enfermedad (monarquía, gobierno de un solo factor). El tratamiento de las enfermedades debe llevarse a cabo por la acción de las fuerzas contrapuestas a las que generan la enfermedad, es decir, frío contra calor, sequedad contra humedad, etc.

Fue muy influyente, Alcmeón, como médico, y combinó el espíritu empírico y crítico procedentes de la escuela jonia, que pudo haber recibido de Jenófanes, con las especulaciones propias de los pitagóricos que vivían en Crotona. Quizá por ello parece ser que fue de los primeros, sino el primero, que diseccionó un cadáver en Grecia. Ello le permitió contemplar la constitución de los órganos sensoriales. Particularmente, está claro que tuvo la primicia de diseccionar un ojo humano, observando los nervios que lo unen con el cerebro. Fue capaz de determinar la función correcta a dichos nervios ópticos, cuya misión era llevar al cerebro las “impresiones dejadas por el fuego exterior en el fuego interior de los ojos”.


Supo diferenciar entre las arterias y las venas, llamando a las primeras “venas sin sangre” dado que se hallan vacías en los cuerpos inertes. La posteriormente llamada “Trompa de Eustaquio”, la trompa auditiva, un conducto que enlaza el oído medio con la cavidad faríngea, también fue un descubrimiento de Alcmeón.

4.3.13

La Academia

Así se conocía la escuela que Platón fundó, en las afueras de Atenas, en el año 387 antes de Cristo. El nombre hacía referencia a la ubicación de la misma, pues se hallaba en los jardines de la capital anexos al santuario dedicado a Akádemos, héroe de la ciudad. En teoría estaba destinada al culto de las musas y a Apolo, pero fue foco igualmente de una productiva labor filosófica y científica, dado que se enseñaban matemáticas, música, astronomía y se prestaba una atención especial a la dialéctica. (Poco después, en 391 antes de Cristo, Isócrates fundaría su propia escuela ateniense, rival de la platónica, centrada en el arte de la retórica; Platón criticará a Isócrates en su diálogo Gorgias, considerando a la filosofía como el auténtico conocimiento y a la retórica como mero artificio destinado a persuadir)

Núcleo de la propedéutica del platonismo, en la Academia se celebraban debates y discusiones, diálogos y lecciones, que tenían repercusión no sólo intelectualmente (en religión o ciencia), sino también social y políticamente. Según se cuenta, en el frontispicio se leía: «Que nadie entre si no es geómetra», referencia a la gran estima de Platón y seguidores por las matemáticas.

Suelen aceptarse distintas etapas en la Academia, señalándose tres periodos (Academia Antigua, Media y Nueva), aunque el límite entre los dos últimos es borroso. (Hay quien sugiere, también, un cuarto periodo, iniciado por Filón de Larisa y Antíoco de Ascalón, que podría llamarse Academia IV o Academia novísima) Sin embargo, en ocasiones también es usual no distinguir entre la Academia media y la nueva, sino aceptar tan sólo el primer periodo y un segundo llamado, indistintamente, Academia Media o Nueva. Nosotros aquí vamos a seguir la primera opción.

Hay que recordar, por otro lado, que básicamente tenemos conocimiento de los distintos escolarcas (filósofos pertenecientes a una escuela, sean fundadores o jefes sucesores) platónicos gracias a la Crónica de Apolodoro.

-Academia Antigua

En el primer periodo de la institución, además de Platón, que naturalmente la dirigió en vida, hubo otros escolarcas importantes, como el sobrino de aquel, Espeusipo, que estuvo al mando en el periodo entre 347 (muerte de Platón) y 338 antes de Cristo y que criticó la teoría de las ideas de su tío. Tras él fue escolarca Jenócrates de Calcedonia (dirigió la escuela entre 338 y 314 antes de Cristo), quien dividió la filosofía platónica (y que luego se aplicaría en general) en física, ética y lógica. Después vino Polemón de Atenas (314-269), con quien concluye el periodo antiguo.

Otros representantes relevantes del mismo son los prestigiosos astrónomos Eudoxo de Cnido y Heráclides Póntico, Crates y Crantor y otros menores como Hermodoro y Kion. Como escribe Ferrater Mora, “las tendencias principales que dominaron en la Academia durante este período [son]: ideas pitagorizantes, afirmación de que la percepción proporciona también conocimiento, investigaciones sobre los grados del saber, mezcla de rasgos ascéticos con otros hedonistas (como en Polemón y Crantor) y ciertas tendencias que aproximaron algunos académicos (por ejemplo, Crates) al cinismo”.

-Academia Media

Hacia el año 269 antes de Cristo, o quizá un poco antes, Arcesilao de Pitanes toma el relevo de Polemón al frente de la Academia. Arcesilao estuvo muy influido por las corrientes helenísticas y, en particular, por el escepticismo, que aplicará, en forma moderada, en la teoría del conocimiento. Decía que no puede conseguirse ninguna clase de certeza, de verdad absoluta, por lo que era más conveniente la actitud consistente en “suspender el juicio” (la epokhé escéptica, término que tanto Arcesilao como Carneades, el escolarca principal del siguiente periodo, se encargarían de definir de forma precisa). El antidogmatismo será otra de las características del nuevo periodo.

Otros miembros menores de esa Academia Media fueron Laquides, Telecles, Euandro y Heguesino.

-Academia Nueva

Esta tercera etapa de la Academia platónica la funda el mencionado Carnéades de Cirene, aproximadamente en el año 162 antes de Cristo. Como principales miembros Ferrater Mora cita, además del propio Carnéades, y a Clitómaco, que fue escolarca de la Academia “desde el año 129 o 126 hasta 110 o 109”. Sin grandes innovaciones filosóficas respecto a la Academia Media, este periodo Nuevo, sin embargo, se caracteriza por las discusiones constantes contra otra corriente helenística dominante, el estoicismo, y también por la inclusión de una corriente llamada probabilismo, a cargo del mismo Carnéades. Con aquella éste trata de matizar el escepticismo clásico, de corte pirrónico, dominante en la Academia Media.

-Academia Novísima

Hay, al menos, dos nombres importantes que en ocasiones se adscriben a la Academia Nueva: Filón de Larisa y Antíoco de Ascalón, pero por sus singularidades (“dogmatismo moderado, entendimiento con los estoicos y hacia el eclecticismo”, señala Ferrater Mora), cabría mejor incluirlos en este periodo ulterior de la Academia.

Filón de Larisa fue discípulo de Clitómaco y dirigió como escolarca la Academia cuando éste la dejó y hasta el año 88 antes de Cristo, aproximadamente. En un principio aceptó el escepticismo moderado de sus jefes previos Carnéades y Arcesilao, pero después se convirtió al dogmatismo epistemológico, con el que (creía) acercarse más a las ideas originarias de Platón. Por otro lado, en contra de la epokhé escéptica, Filón creyó necesario principios morales positivos.

Sobre Antíoco, Ferrater Mora nos dice: “Desde esta época, la filosofía de la Academia se bifurca en dos direcciones. Por un lado, hacia el neoplatonismo [...] Por otro lado, hacia lo que podría llamarse el platonismo ecléctico. Este último tiene una relación estrecha con el eclecticismo de Antíoco de Ascalón, y consiste en un esfuerzo por armonizar las ideas platónicas con las peripatéticas y las estoicas, un fuerte interés por la mística pitagorizante y una frecuente inclinación hacia la discusión de problemas teológicos”. Antíoco desestimó el probabilismo de Carnéades y respaldó la idea de que incluso si se quiere defender la probabilidad de algo cabe partir de una certeza absoluta. Esto lo hizo con el fin, compartido con su maestro Filón, de recuperar a Platón.

Como otros miembros de esta Academia IV podríamos citar a Eudoro de Alejandría, Plutarco de Alejandría, Teón de Esmirna, Albino, Nigrino, Nicostrato, etc.

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Con el eclecticismo de Antíoco y el escepticismo previo, tanto de Arcesilao como de Carnéades, nacerá un movimiento de revitalización del pensamiento de Platón, en el siglo I después de Cristo, y que tomará el nombre de “platonismo medio”.

Aunque hubo discrepancias y no tuvo una continuidad filosófica precisa, dado que a menudo había poco acuerdo entre los escolarcas acerca de las doctrinas platónicas, lo cierto es que la Academia gozó de un amplio periodo de actividad, manteniéndose abierta hasta el año 529 después de Cristo (es decir, más de novecientos años...), cuando el emperador bizantino Justiniano, tristemente, ordenó por decreto su cierre al tratarse de un centro de enseñanza no cristiano (los motivos fueron, pues, religiosos, no filosóficos; la filosofía griega, en todo caso, ya estaba en decadencia en esa época).

El edicto decía así: «Prohibimos que enseñen ninguna doctrina aquellos que se encuentren afectados por la locura de los impíos paganos. [...] Quienes contravengan esta orden y no se apresuren a volver al seno de nuestra santa Iglesia, serán castigados, sus propiedades quedarán confiscadas y habrán de marchar al exilio». Todo un alarde de tolerancia y respeto por las ideas ajenas...

A partir de entonces, prevalecerá una sola filosofía, la cristiana, que alterará su contenido hasta verse fuertemente teologizada.

2.11.06

Historia [muy breve] de la Filosofía (Introducción)

En realidad, más que una breve historia de la Filosofía, las serie que inicio hoy pretende, tan sólo, ofrecer algunos nombres y unas pocas nociones (básicas, muy básicas...) de filósofos y escuelas filosóficas de la, podemos llamarla así, primera etapa de la Filosofía.

Previamente, sin embargo, hemos de apuntar que en esta relación aparecen únicamente filósofos y escuelas filosóficas occidentales. No es que en Oriente no haya existido la Filosofía (¿alguien está dispuesto a ponerlo en duda?), sino que es mejor, ahora que estamos empezando un recorrido general por las figuras más representativas de esta disciplina, ceñirnos a esta corriente principal... . Tiempo habrá en el futuro para dedicarnos al pensamiento oriental. Prometido.

La Filosofía, tal y como la entendemos en la actualidad (razonamiento profundo y reflexivo del mundo y el hombre, etc.), puede dividirse temporalmente en cuatro grandes bloques: antigua, medieval, moderna y contemporánea. Cada uno de estos bloques abarca diferentes periodos históricos, de distinta duración y con marcadas características propias (sociales, políticas, etc.), lógicamente. De momento, creo que limitaremos esta serie a la Filosofía antigua: aun así hay mucha tela por cortar... .

La Filosofía Antigua está compuesta por dos grandes épocas: la griega y la romana. Esta separación es absolutamente habitual en casi todos los manuales y textos de Filosofía, aunque la verdadera distinción entre ellas no aparece hasta la filosofía de raíces cristinas; anteriormente, los filósofos romanos parecían querer mantenerse en la línea de pensamiento griego.

En cualquier caso, la Filosofía occidental nació en Grecia, concretamente en la ciudad de Mileto, en Asia Menor. Dentro de la Filosofía Griega, se distinguen tres periodos: arcaico, clásico y helenísitico.

Así pues, y para hacernos una idea general de la Filosofía, tenemos:

-Cuatro grandes periodos:

Antigua (desde el siglo VII antes de Cristo hasta el V después de Cristo)

Medieval (entre el siglo VI y el siglo XIV)

Moderna (entre los siglos XV y XVIII)

Contemporánea (siglo XIX, siglo XX y en la actualidad)

Y, a su vez, dentro de la Filosofía Antigua (de la que nos ocuparemos en el futuro más próximo):

Griega

y Romana

Por lo que respecta a la primera, encontramos:

Época Arcaica: que corresponde a los filósofos presocráticos (Tales, Anaximandro, Anaxímenes, en Mileto, y en tierras italianas, Pitágoras, Parménides, Zenón de Elea, Empédocles, Anaxágoras, etc.).

Época Clásica: en la que situamos a tres grandes; Sócrates, Platón y Aristóteles.

y la Época Helénica: donde pueden encontrarse las grandes escuelas de pensamiento filosófico (estocios, epicúreos y escépticos).

Y en relación a la Filosofía Romana:

Todos aquellos pensadores que mantuvieron los cánones y formas griegas, por ejemplo:

Estoicos: Séneca, Marco Aurelio, Epicteto.

Neoplatónicos: Plotino y Proclo.

Aristotélicos: Andrónico de Rodas.

Epicúreos: Lucrecio (un poeta, en realidad).

Eclécticos: Cicerón.

Y, por otra parte, los filósofos seguidores de la doctrina cristiana (que, sin ser filosofía propiamente dicha, marca una importante revolución en el pensamiento humano).

Entre ellos, hallamos a San Justino, San Irineo, Clemente de Alejandría, Tertuliano y, por último, San Agustín.

Así pues, en breve empezaremos a comentar algunos aspectos interesantes de estos pensadores; huelga decir que seguiré un orden aleatorio (quien se pierda, si es que alguien se pierde por perder su tiempo aquí [redundancia voluntaria], siempre puede buscar auxilio en este esquema). Y, también huelga decirlo, mis apuntes serán sólo eso, apuntes, ideas o especulaciones personales, no material canónico y de elevado cariz intelectual. Son sólo pequeñas aproximaciones superficiales a la Filosofía. Aun queda mucho trecho por recorrer antes de alcanzar la sabiduría... .

Diálogos de Platón (VI): "Gorgias"

Gorgias es el cuarto diálogo más extenso de toda la obra platónica. Con Gorgias se inicia el grupo de diálogos que se consideran " de ...