3.10.19

Roberto Grosseteste, o la pasión por la luz



Dentro del ámbito de la filosofía medieval, las distintas escuelas, universidades y centros de enseñanza fueron tan numerosos y, en ocasiones, trataron los temas y las materias tan mezcladamente, que puede ser difícil establecer cómo agrupar y "catalogar" a los distintos filósofos. Esto se pone de manifiesto en el pensador medieval de esta nota, Roberto Grosseteste. Como bien señala Copleston (Historia de la Filososfía, vol. 2, p. 235), "la filosofía de Grosseteste fue edificada sobre líneas agustinianas por un hombre que, sin embargo, conocía y estaba bien dispuesto a utilizar ideas aristotélicas".

Roberto Grosseteste (literalmente, Roberto Cabezón, en español), nació aproximadamente en el año 1170 en Suffolk, Inglaterra, y hacia sus cincuenta años fue nombrado canciller de la universidad de Oxford. Se dice que fue a estudiar a París (donde habría abrazado tanto el agustinismo de San Buenaventura como el aristotelismo de San Alberto Magno y Santo Tomás de Aquino), pero esto no queda claro.  Fue también archidiácono de Leicester y obispo de Lincoln, lugar donde permanecería  hasta su muerte, acontecida en 1253. Es probable que tradujera algunas obras de Aristóteles (entre ellas la Ética) y elaboró, como era habitual en la época, comentarios a otras del estagirita y otros pensadores. Roger Bacon, que fue discípulo de Grosseteste y le tenía en gran estima como a un gran maestro, señaló que aunque estaba familiarizado con Aristóteles, también se basaba en otros autores.

Grosseteste publicó varios libros de ontología y metafísica (De unica forma omnium, De Intelligentiis, De statu causarum, De potentia et actu, etc,), que solo por sus títulos ya remiten a la tradición agustiniana. Sin embargo, combinó con el agustinismo el interés por la ciencia empírica (circunstancia que influiría notablemente en su notable discípulo, el mencionado Roger Bacon). En el ámbito científico (en el sentido, no de ser obras puramente científicas, sino con contenido de esta materia, pues el pensamiento de Grosseteste y, en general, de la Edad Media está subordinado a la teología y a la relación con Dios) escribió: De generatione sonorum, De sphaera, De computo, De generatione stellarum, De cometis, el importante De luce, De iride, De colore, etc.).

La base de la filosofía de Roberto Grosseteste se sustenta en la noción de luz. Sostiene, en su tratado  De luce, que todo lo corpóreo, la primera forma corpórea, tiene que ser la luz. La luz se combina con la materia (la «materia prima» aristotélica) para dar forma a una substancia simple sin dimensiones. La luz debe ser la primera forma corpórea porque, según Grosseteste, en la naturaleza de la luz se halla el difundirse. Teniendo esto en cuenta, si suponemos que "la función de la luz es multiplicarse y difundirse a sí misma, y ser así la causa de la extensión actual, debemos concluir que la luz es la primera forma corpórea, porque no sería posible a la primera forma corpórea producir extensión a través de una forma secundaria o subsiguiente" (Copleston, op. cit.).

Para Roberto, asimismo, la luz debe ser considerada como la más noble de todas las formas, y la que más se acerca a las inteligencias separadas; por tanto, debe ser la primera forma corpórea. Sostiene que la luz se difunde en todas direcciones, formando la esfera más exterior (el firmamento) en el punto más alejado de su difusión. Esa esfera externa consta de luz y materia prima, nada más. Desde allí, en la lejanía, la luz se va difundiendo hacia el centro de la esfera. Esa difusión acontece gracias a  una automultiplicación y generación de luz. El resultado es que, cada cierto tiempo, surge una nueva esfera, hasta completar las esferas que llenan el firmamento. Los planetas tienen cada uno una esfera propia, y la más interna es la esfera lunar. Esta esfera genera también luz, pero a medida que nos aproximamos al centro (es decir, a nosotros) la difusión es menor y entonces aparecen  las cuatro esferas infralunares, es decir, las típicas esferas de los cuatro elementos (fuego, aire, agua y tierra).

Según la cosmología de Grosseteste, por tanto, existen trece esferas que dan cuenta de todo el mundo sensible. Son las correspondientes a los mundos celestes, de los que hay nueve (incorruptibles e inmutables), y las cuatro esferas inferiores, que sí son susceptibles de corrupción y cambio.

Todos los cuerpos poseen luz, pero cada uno en un grado distinto. Esa cantidad determina su puesto dentro de la jerarquía de los cuerpos. La luz, obviamente, es el cuerpo perfecto. También podemos entender, nos dice Grosseteste, el color en términos lumínicos: la blancura presenta una abundancia de luz, mientras que la ausencia de esta genera un negro. La negrura, pues, es una privación, una carencia, como ya habían señalado Aristóteles (en su Física) y Averroes.

Pero la luz es algo más que cuerpo, algo corpóreo; también tiene (como no podía ser menos en un autor medieval) significado espiritual. La luz espiritual más pura es Dios, naturalmente. Es lux aeterna, y todo ángel es igualmente luz incorpórea. Las criaturas creadas por Dios son temporales, mientras que él es eterno. Por eso Dios precede a todas las criaturas, pero entre ellas y Él no hay ni pueden compartir ninguna medida común.

Según Grosseteste, algo es verdadero sólo si es aquello que debe, y dicha es lo que debe ser siempre y cuando esté en conformidad con el Verbo, o la razón eterna. En otras palabras, no se puede percibir ninguna verdad creada excepto si se hace a la luz de la verdad suprema (es decir, Dios). Siendo así, ¿por qué quienes no creen en Dios pueden llegar a la verdad? Porque lo que perciben no es el Verbo, sino la verdad iluminada por la luz del Verbo, del mismo modo que el ojo percibe los cuerpos gracias a la luz solar, aun sin ver esta luz directamente, puede que ni siquiera advertir su presencia.

Roberto Grosseteste, como menciona José Ferrater Mora en su Diccionario de Filosofía, "enseñó filosofía a los franciscanos y es considerado por ello como uno de los "fundadores" de la "Escuela de Oxford", en el siglo XIII. Pergeñado con las influencias platónicas y neoplatónicas, su  conocimiento de los comentaristas árabes y la obra aristotélica, entendía que la philosophia naturalis debía ser a la vez una philosophia mathematica; sin esta, no se puede entender aquella.

Como hemos dicho, Grosseteste tuvo como discípulo al gran Roger Bacon, quien tomaría muchas enseñanzas prestadas de su maestro y trataría, con mayor entusiasmo aún, de unir la fe religiosa y las actividades científicas o, al menos, valorar ambas como formas igualmente válidas de acceder a la comprensión y el conocimiento del mundo natural creado por la razón divina, Dios.

Diálogos de Platón (VI): "Gorgias"

Gorgias es el cuarto diálogo más extenso de toda la obra platónica. Con Gorgias se inicia el grupo de diálogos que se consideran " de ...