21.5.20

Aristóteles (III): Obras

Aristóteles, el pensador polifacético


De las obras de Aristóteles suele hablarse de dos grandes grupos: las que realmente hizo públicas, de las que apenas sabemos nada actualmente; y aquellas otras que no publicó y cuyo fin tampoco era ser publicadas, pero que sin embargo sí pudieron ser recopiladas y conservadas hasta hoy.

-Obras publicadas originariamente.

Las obras escritas por Aristóteles y publicadas en vida de éste comprenden lo que se suele denominar escritos "exotéricos". Por desgracia, estas obras se han perdido irremediablemente, al igual que les ha sucedido a otras muchas, en el transcurso de los primeros siglos de la era cristiana. Por fortuna, sabemos sus nombres y algunos pequeños detalles, gracias a las listas de las obras del Estagirita que se realizaron y a los escritos de escritores posteriores, que "copiaron" su estilo o su contenido.

En un primer momento se pensó que, en su mayor parte, eran diálogos similares a los platónicos, en los que se desarrollaban, exponiéndolos y exagerando a veces, los puntos de vista del maestro de Aristóteles, como mencionamos en la nota anterior de esta serie. Sin embargo, como en el otro grupo de otras nuestro autor sí realiza una potente crítica al platonismo, hubo quien consideró que en realidad Aristóteles mostraba una especie de "doble rasero", en el que, de cara al exterior, profesaba admiración por las tesis de su maestro pero que, cuando ejercía él de maestro, a sus alumnos les hablaba con mucho mayor espíritu crítico al respecto. Lo que se acepta en realidad es que estos textos hoy perdidos fueron escritos durante la juventud de Aristóteles, cuando aún era miembro de la Academia, por lo que tiene sentido que hiciera una especie de alabanza platónica.

Principales obras exotéricas de Aristóteles:

Eudemo o Del Alma (en parte basado en el Fedón, de Platón).
Sobre la filosofía (como un manifiesto filosófico)
Protréptico (exhortación a filosofar, que será imitado por Jámblico, cuyo texto homónimo recogerá pasajes enteros del escrito por Aristóteles)
De la retórica (escrito contra la escuela rival del Liceo, la de Isócrates)
Sobre la Justicia (donde se apuntan temas que más tarde ampliará la Política)
Etc. 

-Obras NO Publicadas por Aristóteles pero que son las que conocemos hoy.

Este tipo de obras lo comprenden manuscritos de Aristóteles, que son en su gran mayoría notas, apuntes, que solía utilizar para dictar los cursos de filosofía en su escuela del Liceo. Hay que aclarar que no se trata, como se pensó, de los apuntes tomados por sus propios alumnos. Estas obras, en contraposición con las anteriores, se denominan "esotéricas", pues estaban destinadas a un uso propio, interno, y no para el
"exterior". También se les llama acroamáticas (es decir, pensadas para la enseñanza oral).

Es de sobra conocido que Andrónico de Rodas, el último escolarca del Liceo, realizó la primera edición de las "obras completas" de Aristóteles, al menos de ésas que se han conservado, es decir, las esotéricas. Hay una curiosa historia de los vericuetos que siguieron esos textos hasta ir a parar a Andrónico, pero en su mayor parte es fantasiosa y peca de exagerada, así que no la vamos a mencionar. Pero lo que es indudable es que, gracias a Andrónico, hoy podemos disfrutar de, al menos, esas obras esotéricas del gran Estagirita. Tras la labor editorial de Andrónico, estas obras serían leídas, estudiadas y comentadas en innumerables ocasiones. Hoy, de hecho, las leemos en la forma y, a grandes rasgos, bajo los títulos que el mismo Andrónico les brindó hace 2.000 años.

Hay que tener muy presente, por tanto, que lo que leemos nosotros cuando abrimos las obras aristotélicas no son textos que nuestro filósofo pensara publicar y que llegaran al público. Andrónico recogió esos apuntes y esas notas, desordenados y un tanto caóticas, repetitivas e incluso a veces contradictorias, y tomó la decisión de darles una cohesión y un orden, dentro de lo posible.

Lo que tenía enfrente eran multitud de pequeños tratados que habían sido inicial y precariamente ordenados por discípulos del maestro macedonio (seguramente Eudemo y quizá Teofrasto). Así pues, los agrupó y los tituló según sus propios criterios, de modo que los libros aristotélicos jamás fueron editados así por su autor. Es imprescindible tener esto presente.

Por lo tanto, en la Metafísica, por ejemplo, lo que hacemos es leer no un único volumen unitario, monobloque, que sigue una evolución hasta una conclusión contundente, sino un conjunto de 14 tratados que tratan de temas diversos, escritos por Aristóteles con el ánimo de que le sirvieran de guía para sus clases, y cuyo contenido la labor editorial de Andrónico agrupó así. Por ello, las obras de este tipo no dan sensación de progresión, de ir dejando atrás argumentaciones o razonamientos ligados hasta alcanzar una síntesis final, sino de ser pedacitos independientes de reflexiones filosóficas, que contienen las inevitables repeticiones (así, por ejemplo, hay desarrollos paralelos sobre un mismo tema en varios libros dentro de una misma obra, como en temas éticos o metafísicos). Tengamos muy en cuenta que, de haber sido prevista su publicación, Aristóteles jamás hubiera compuesto así sus obras esotéricas.

Andrónico no sólo era editor. También era filósofo, y tenía una idea de cómo quería enseñar filosofía, de cuál debía ser el plan didáctico filosófico. Y, con las obras de Aristóteles, tuvo una buena ocasión para aplicar este deseo. La primera parte de la filosofía debe ser la Lógica. Siguió en esto al mismo Estagirita, cuya sugerencia era que ésta no era un conocimiento realmente, sino una propedéutica, es decir, una especie de preparación para el estudio de la propia Filosofía. Al estudio del funcionamiento de la Naturaleza, la Física, debe seguirle la Metafísica, es decir, el análisis de todo aquello que está después-de la Física. Luego vendrían los textos de Ética, Política, Retórica, Poética, etc. 

Resulta curioso que, de Platón, tengamos sus obras publicadas y no los cursos que dictó en la Academia (los cuales, según todos los indicios, eran tan escolásticos como los de su mayor discípulo), mientras que ocurre lo contrario en el caso del Estagirita. No hay, por tanto, que contraponer el "bello, literario y sugestivo" Platón al "oscuro, complicado y seco" Aristóteles. Es un juicio muy injusto y productos del desconocimiento de lo que nos ha legado la historia de ambos titanes de la Filosofía.

Además, en Platón el diálogo es entre el maestro y sus discípulos, pero en Aristóteles lo que dialogan son las tesis mismas, procedentes de filósofos anteriores. Por ello, no hay una exposición clara y coherente, sino más bien un devenir complejo hacia una verdad a la que se llega a través de caminos llenos de dificultades, parones y hasta giros hacia atrás.

Tampoco es que Aristóteles carezca de calidad expresiva. Hay pasajes introductorios o finales de los distintos tratados (por ejemplo, la conclusión de la Ética a Nicómaco, o el Prooemium de la Metafísica) en los que se advierte un estilo elaborado y casi "literario", como si tuviese una finalidad estética o de retórica, más allá de ser meras notas o apuntes para las clases.

Algunas Obras esotéricas de Aristóteles conservadas:

Organon (el conjunto de escritos sobre Lógica).

Categorías
De la Interpretación
Primeros y Segundos Analíticos (2+2 libros)
Tópicos (8 libros)
Física (8 libros)
Del Cielo (4 libros)
De la generación y corrupción
Meteorológicos
Del alma

Hay una serie de pequeños tratados de Biología, con títulos y contenidos diversos (Del sueño y la vigilia, De la vida y de la muerte, De la respiración, etc.), así como de temática zoológica, de la que Aristóteles fue un pionero y un gran investigador (Historia de los animales, 10 libros; Del movimiento de los animales, De la generación de los animales, 5 libros; etc.).

Metafísica (14 libros)
Ética a Nicómaco (10 libros)
Gran Moral (2 libros)
Ética a Eudemo (4 libros)
Política (8 libros)
Económica (2 libros)
Retórica (3 libros)
Política

Aquí desechamos algunas otras obras apócrifas, y cuya redacción no se circunscriba realmente a la vida de Aristóteles. A todo ello, habría que sumar las innumerables (158) versiones que redactó nuestro autor de la Constitución de Atenas, en una paciente y agotadora labor.

17.5.20

¿Dios existe verdaderamente? El argumento ontológico de San Anselmo


San Anselmo de Canterbury – 21 de abril – Primeros Cristianos













"Que Dios existe verdaderamente.
Luego, Señor, tú que das el entendimiento a la fe, dame de entender, tanto como consideres bueno, que tú eres como creemos y lo que creemos. 
Y bien, creemos que tú eres algo mayor que lo cual no puede pensarse cosa alguna. Ahora, ¿acaso no existe esta naturaleza porque dijo el necio en su corazón: no hay Dios? (Salmos XIII, 1). 
Pero por cierto ese mismo necio, cuando oye lo que estoy diciendo, es decir algo mayor que lo cual no puede pensarse cosa alguna, entiende lo que oye y lo que entiende está en su entendimiento, aun cuando no entienda que ese algo existe.
En efecto, una cosa es la presencia de algo en el entendimiento, otra cosa es entender que ese algo existe. Así, cuando el pintor piensa con anticipación el objeto que está por hacer, ya lo tiene en su entendimiento, pero no entiende todavía como existente algo que no ha sido hecho aún. En cambio, cuando ya lo ha pintado, primero lo tiene en su entendimiento y, además, entiende como existente la cosa que hizo. Luego el mismo necio ha de convencerse de que existe en el entendimiento algo mayor que lo cual no puede pensarse cosa alguna, porque oyéndolo lo entiende, y todo lo entendido está en el entendimiento. Y por cierto, aquello mayor que lo cual es imposible pensar nada no puede estar en el entendimiento sólo. En efecto, si estuviera en el entendimiento sólo, podría pensarse que existe además en realidad, lo que sería algo mayor. 
Luego si aquello mayor que lo cual no puede pensarse cosa alguna está en el entendimiento sólo, aquello mismo mayor que lo cual nada puede ser pensado viene a ser algo mayor que lo cual es posible pensar algo: y esto, evidentemente, no puede ser. Luego, a todas luces, existe algo mayor que lo cual no se puede pensar cosa alguna, tanto en el entendimiento como en la realidad."

San Anselmo, texto recogido en La razón y la fe, Buenos Aires, Yerba Buena, 1945, pp. 18-19.


Diálogos de Platón (VI): "Gorgias"

Gorgias es el cuarto diálogo más extenso de toda la obra platónica. Con Gorgias se inicia el grupo de diálogos que se consideran " de ...