Las
nociones de función y objeto son básicas en el sistema de
Frege, así como las de sentido y referencia. Por lo que respecta a
aquéllas, hay varias formas diferentes de abordar su comprensión. Se puede
hacer desde la filosofía de la lógica, la ontología y la lingüística.
Respecto
a la primera de ellas, la categoría función
puede verse como una expresión matemática, formal, de un tipo no completo. Esto
quiere decir que las funciones, por sí mismas, no representan nada (nada, aquí, se refiere a números), sino
que sólo se aplican. Nos dice Frege (Estudios
sobre semántica, Ariel, Barcelona, 1971): “el signo de una función nunca
está saturado, necesita ser completado por medio de un signo numérico… el signo
del argumento”. En la expresión “y es función de x” (y= f(x)), f es una
expresión funcional que no tiene sentido por sí misma, mientras que x e y
son expresiones nominales indeterminadas. El argumento de la función (f(x)) no forma parte de la función
misma, sino que, en conjunto con ella, constituye un todo completo.
Pues
bien, lo que tratará Frege de llevar a cabo es una aplicación de este análisis
de las expresiones matemáticas al ámbito de las lingüísticas. Solía verse, en
la lógica y la filosofía moderna, que la relación sujeto/predicado era la base
del enunciado; Frege modificará esa preponderancia, sustituyéndola por otra
estructura, la de función y objeto, de modo que cambiará el modo de entender
tanto el análisis semántico como el ontológico.
¿A
qué obedece que Frege propusiera su innovación? Sobretodo, a que la forma
tradicional no era capaz de dar cuenta, según él, de procesos de inferencia en
los que se dan enunciados que incluyen cuantificación. Lo que nos interesa
ahora es que hay que distinguir entre expresiones funcionales y las que no lo
son, porque sólo entonces podemos emplear correctamente la cuantificación (“todos”,
“algunos”, etc.) dentro de los enunciados. La estructura lógica de una oración
debe ser explícita cuando se la representa; el enunciado es un “pensamiento puro”,
nos dice Frege, pero hay que entenderlo o basarlo en la estructura
función/objeto, y no, como se había ido haciendo hasta entonces, en la de
sujeto/predicado. Para ello, hay que fijarse en aspectos relacionados con el acto del pensamiento, y no tanto en su contenido.
Los
enunciados se pueden entender como complejos, constituidos por expresiones
completas e incompletas. Suele ser ésta última el predicado, y el sujeto ya no
debe verse (es la pretensión de Frege) como la pieza central de la oración; en efecto,
ésta será “concebida como la articulación de uno o más elementos en torno a ese
predicado” (Eduardo de Bustos Guadaña, Filosofía del Lenguaje, UNED, Madrid,
1999).
Concebirá
Frege, pues, como expresión funcional, toda aquella expresión lingüística no
saturada, incompleta, que precisa ser completada para constituir una entidad.
Los argumentos de una función no serán ya sólo números, cualquier entidad que
se pueda designar mediante una expresión nominal.
Aunque
estos detalles son bastante complejos, tanto de exponer (quizá cometamos algún
error…) como de entender, lo más importante que cabe destacar es lo siguiente:
por lo que respecta a esta cuestión, Frege dota a la dupla función/argumento de sendas categorías semánticas que, en última
instancia, suponen dos categorías ontológicas distintas, con las cuales se da
cuenta de todo lo real. ¿Qué significa esto? Pues, en esencia, que ya no hay
que entender lo real como entidades
mentales construidas gracias a la abstracción a partir de la percepción o la
experiencia; no, lo que Frege sostiene es que las categorías de lo real son lógicas, a las que se llega en virtud de
un análisis del pensamiento puro, en
el que, por tanto, quedan excluidas o fuera las representaciones sensibles.
En
consecuencia, la forma lógica de la realidad (o la realidad misma) de algún
modo estará presente, manifestada, en el pensamiento y en el lenguaje. Esta es,
pues, la tesis básica fregiana: la estructura de lo real es lógica. Si
analizamos el lenguaje podremos “subir” al escalón superior, semántico,
ontológico, hasta descubrir las categorías de lo real.
La
manera de Frege de afrontar el análisis lingüístico y ontológico llegará a ser
fundamental en la posterior filosofía del lenguaje, influyendo notablemente en
Russell y en el primer Witgenstein. De capital importancia para entender a
Frege son otras dos nociones, la de sentido
y referencia, pero las trataremos en
otra nota para no sobrecargar en exceso la presente.
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