Para comprender las nociones de extensión e intensión, básicas en Carnap, debemos previamente atender a un
hecho de relevancia. Si consideramos un enunciado del tipo “Juan es humano”
podemos reelaborarlo para que describa la propiedad o la clase en él contenida;
en otras palabras: su contenido significativo puede remitir a éstas si
escribimos: “Juan tiene la propiedad de ser humano” o “Juan se engloba en la
clase de los humanos”.
Hasta ahí, bien. Pero hay que
examinar las condiciones de identidad entre las propiedades y las clases, pues
no son iguales. En las segundas se da la coextensionalidad.
Esto significa que dos clases son iguales cuando en ellas se dan los mismos
individuos (son iguales cuando son equivalentes).
Pero para que haya identidad de propiedades es necesario un requisito
adicional: el de la equivalencia lógica.
Lo que esta equivalencia establece es que las propiedades idénticas no se
pueden imaginar de modo independiente. Es decir, ambas tienen que estar
formadas, por fuerza, por los mismos individuos. Así, los predicados “humano” y
“bípedo sin plumas” generan las mismas clases de equivalencia, son
coextensionales, pues lo que se pueda afirmar (con verdad) de uno de los
elementos que compongan el primer predicado se puede afirmar igualmente de
elementos en el segundo; sin embargo, los predicados “humano” y “animal
racionales” conservan, además, una equivalencia lógica, son lógicamente
equivalentes, pues expresan exactamente la misma propiedad (pues no hay animal
racional alguno que no sea, por fuerza, humano, sostiene Carnap).
Y es aquí donde Carnap hizo uso de
sus nociones de extensión e intensión. Y las aplicó a los
predicados. ¿Qué es la extensión de un predicado? La clase que le corresponde.
Por tanto, dos predicados compartirán la misma extensión si y sólo si son equivalentes.
Y, ¿la intensión de un predicado? La propiedad que le corresponde, desde luego.
Dos predicados compartirán la misma intensión si y sólo si poseen equivalencia
lógica. La extensión del predicado “humano” será la clase de los seres humanos,
y su intensión la conformará la propiedad de ser humano.
Hay predicados que tienen más de un
argumento, conectando dos o más expresiones individuales. En estos casos,
dichos predicados no expresan propiedades, sino relaciones; ambos, sin embargo,
son para Carnap ‘conceptos’, que para él son algo objetivo presente en la
naturaleza y que el lenguaje logra trasmitir. Los conceptos tienen extensión
(son aplicables a individuos).
Por otro lado, la extensión de un
enunciado es su valor de verdad, y esto se debe a que los enunciados que sean
equivalentes tienen una propiedad en común: precisamente, la de poseer un mismo
valor de verdad. Un enunciado será, por tanto, una expresión predicativa, sin
argumentos, equivalente a cualquier otro enunciado, siempre que ambos posean el
mismo valor de verdad.
La intensión de un enunciado, por su
lado, exigió un análisis más detallado. Para Carnap, una proposición no es una
mera entidad lingüística, sino extralingüística.
Aunque puede ser captada por el lenguaje es, al mismo tiempo, independiente de
éste. Se trata de una entidad objetiva,
según Carnap, pues es independiente de mentes o procesos mentales. Pero todo
eso plantea problemas, desde luego.
Por ejemplo, ¿qué relación guardan
las proposiciones con los hechos? Para nuestro filósofo, hay más una relación
de identidad que de correspondencia, en el caso de las proposiciones
verdaderas. Éstas serían hechos, y no simplemente algo que se corresponde con
los hechos. No, son los hechos mismos.
Por lo que respecta al tratamiento
de las proposiciones falsas, Carnap mostró que era necesario el análisis de su
estructura para dar con la solución. Lo que dijo fue que esas proposiciones
eran “intensiones complejas”, dado que las podemos entender como la suma de las
intensiones de las expresiones que las componen. La propia naturaleza de las
reglas semánticas permite elaborar enunciados que poseen como intensión una
proposición falsa, por medio de unas combinaciones semánticas particulares; se
las puede considerar, según recoge Eduardo de Bustos (Filosofía del Lenguaje, UNED, Madrid, 1999, obra que, nuevamente,
son sirve para la totalidad de la presente serie sobre Carnap), “como un
resultado secundario de su propia [de las reglas de la lengua] capacidad
combinatoria, como una consecuencia de la sobredeterminación de la lógica
respecto a la realidad”.
Por su parte, la intensión de dos
expresiones nominales, siendo ambas lógicamente equivalentes, debe consistir en
aquello que comparten, es decir, la expresión de un mismo concepto individual.
Resumimos, a continuación, un cuadro
con las distintas combinaciones y particularidades respecto a la extensión y la intensión (tomado de de Bustos, op.
cit.):
Expresiones
Expresiones Expresiones
individuales predicativas enunciativas
Extensión Individuos Clases Valores de verdad
Intensión Conceptos Predicados Proposiciones
individuales
7 comentarios:
Good
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