Como
es natural en todo autor de tan lejana procedencia en el tiempo (y sucede
también en casos mucho más recientes), siempre hay inseguridades y dudas
respecto a la autenticidad de las
obras que se engloban dentro de un autor. Sucede lo mismo en Platón, por
descontado. Hay algunos textos que son indudablemente apócrifos, pero en
general suele decirse, como señala Abbagnano, que “la tradición nos ha
conservado de Platón una Apología de Sócrates, treinta y cuatro diálogos
y trece cartas”. La tarea de discernir
entre obras propias de Platón y las que no lo son es compleja. Ha sido un problema que viene acuciando a los escritores
de la Antigüedad, y prácticamente no hay diálogo libre de sospecha. Hubo
quienes, en la época del criticismo alemán del siglo XIX, redujeron el número
de obras realmente platónicas a nueve… Este corte o ‘tajo’ tan radical al
global de los trabajos platónicos hoy está limitado, y se considera atétesis (es decir, la negación de la
autenticidad de una obra) únicamente para obras apócrifas bastante evidentes.
Hay
varios criterios para determinar si
una obra es o no perteneciente a Platón. Entre ellos podemos enumerar: 1) La tradición,
es decir, que los escritores antiguos sostengan auténtico un escrito. No es un
criterio por sí sólo infalible ni decisivo, desde luego, pero aporta cierta
seguridad; 2) Los testimonios
antiguos, que recogen las
críticas o comentarios a los diálogos platónicos por parte de escritores
posteriores. Es muy útil, por ejemplo, las menciones y citas de Aristóteles, pero tampoco aquí con este
criterio nos es suficiente, toda vez que a veces tanto él como otros cometieron
errores u omisiones; 3) Referencias al contenido
doctrinal. Hay quien ha seguido
este criterio, pero, como nos dice Abbagnano, “es muy dudoso juzgar la autenticidad
de las obras a base de la doctrina, por el hecho de conocer la doctrina de
Platón gracias a sus obras, es un círculo vicioso”. No obstante, en ciertos
casos es fundamental, por ejemplo cuando hallamos Puede resultar, sin embargo,
decisivo cuando se encuentran en escritos platónicos elementos de doctrinas que
pertenecen a escuelas posteriores o si hay evidentes contradicciones; 4) Si
atenemos al valor artístico, podemos intentar
discernir qué obras son de Platón por su calidad poética, su riqueza expresiva, etc. Esto permite eliminar algunas
apócrifas que no alcanzan el “nivel” medio; y 5) Analizando la forma lingüística podemos localizar expresiones peculiares o palabras
que son habituales en la época en la que fueron, presumiblemente, escritos los
diálogos.
Combinados y
confrontados todos estos procedimientos resultan apócrifos unos cuantos diálogos: Alcibíades II, Hiparco,
Amantes, Teages y Minos. Parecen
serlo, también, el Alcibíades I y el Clitofón, y aunque persisten
ligeras (o ligerísimas…) dudas sobre
el Hipias Mayor, el Ion y el Menexemo por varios
motivos, lo cierto es que se suelen incluir como verdaderamente platónicos. Por
su parte, las Cartas, que fueron consideras ilegítimas en su casi
totalidad, hoy se tienen por auténticas; es más, la Carta VI, en
particular, es básica para la interpretación del platonismo, por lo que su
genuinidad parece probada hasta lo razonable.
También hay problemas
referidos a la cronología de los
escritos platónicos. Puesto que los diálogos no están fechados, agruparlos y
ordenarlos es una tarea complicada. Sin embargo, hoy en día suele aceptarse
cierta clasificación general, que veremos enseguida, a la que se ha llegado
mediante estudios que toman en consideración muchos detalles y aspectos
diversos y que siguen variados criterios.
Por ejemplo: a) Referencias, en los diálogos, a sucesos históricos conocidos
cuya fecha nos es conocida; b) Referencias de unos diálogos a otros, que no
abundan ciertamente pero son muy útiles; c) Conexión con otras obras de la
época, obras éstas últimas cuya fecha nos es conocida; d) Contenido real de los
diálogos, que hagan referencia a los grandes temas platónicos; e) Estructura
artística, en la que los recursos literarios o la vivacidad o la exaltación de
ciertos escritos señalan distintas épocas, en función de hechos sociales e
históricos a lo largo de la vida de Platón; y f) El lenguaje, el análisis del
estilo platónico, es uno de los métodos que más fruto ha dado.
Teniendo en cuenta todo
esto podemos hacer, siempre con las reservas necesarias, un esquema general de los Diálogos de Platón en cuanto a la clasificación y la
cronología, que podría resumirse del siguiente modo (recogemos lo escrito por Antonio
Alegre Gorri en su Estudio Introductorio
a los Diálogos, en una nueva edición
de Gredos, publicada en 2010), aceptando que hay cuatro grandes periodos en la
producción de Platón:
1)
Primer etapa: Socrática
o de juventud (393-388 antes de Cristo)
-Apología de Sócrates: una defensa del maestro de Platón, condenado a muerte por la
democracia ateniense.
-Critón,
o del deber, en el que Sócrates rechaza escapar de la cárcel
-Ion,
mención a un rapsoda homérica, que canta sobre la Ilíada y reflexiona sobre la
inspiración poética.
-Lisis,
diálogo referido a la amistad.
-Protágoras,
que discute sobre los sofistas y su forma de dialogar y metodología.
-Laques,
cuyo título hace mención a un general, en el que se trata del valor.
-Cármides,
que trata sobre la sabiduría moral.
-Eutifrón,
diálogo que estudia la piedad y si es adecuada o no la acusación.
Por tanto, este primer grupo de Diálogos tratan
temas socráticos y se dedican a definir conceptos (piedad, mentira, amistad,
virtud, etc.). Todavía no aparece la teoría de las ideas, sino que en esta
época Platón refleja fielmente la figura de su maestro y sus preocupaciones
ligadas a trasformar la sociedad ateniense.
2)
Segunda etapa: De
transición (388-383 antes de Cristo)
-Hipias
Menor, acerca de lo falso.
-Hipias
Mayor, sobre lo bello.
-Gorgias,
diálogo que discute el derecho del más fuerte.
-Menéxeno,
una oración fúnebre, parodia de la que se cantó con motivo de la muerte de
Pericles.
-Menón,
acerca de la virtud, que recoge la teoría de las Ideas, así como la teoría de
la reminiscencia, que postula que todo conocimiento es recuerdo.
-Eutidemo,
el discutidor.
-Crátilo,
acerca del lenguaje y la exactitud de las palabras.
Se trata de diálogos escritos tras su primer
viaje a Sicilia (388-387 antes de Cristo), su estancia en Cirene, y la
fundación de la Academia (387). Si bien aún persisten temas socráticos,
aparecen los propiamente platónicos, como la belleza de los mitos, el pesimismo
de la naturaleza humana, la importancia de las matemáticas, así como temas órficos
de influencia pitagórica.
3)
Tercera etapa: De
madurez (385-370 antes de Cristo)
-Banquete,
sobre el amor.
-Fedón,
que trata del alma.
-República,
quizá la obra magna de Platón, por extensión y variedad de contenido. Parece
ser que el Libro I (de los diez que contiene) es anterior.
-Fedro,
acerca de la belleza.
En esta época Platón compone sus obras más
poéticas y algunas de las más logradas filosóficamente. La teoría de las ideas ya
aparece plenamente desarrollada. Hay innumerables temas y cuestiones que se
tratan en estos grandiosos y extensos diálogos, entre ellos: los argumentos de
la inmortalidad del alma, la filosofía política, la teoría de la reminiscencia,
la dialéctica y el amor.
4)
Cuarta etapa: De la
vejez (369-347 antes de Cristo)
-Parménides,
que trata la teoría de las ideas y expone las críticas a las que la sometió.
-Teeteto,
en esencia, una discusión sobre la ciencia.
-Sofista,
acerca del ser, la dialéctica, las ideas y su jerarquización, etc.
-Político,
sobre la verdadera ciencia real.
-Filebo,
que trata del placer.
-Timeo,
que analiza la naturaleza y el origen.
-Critias,
acreca de la Atlántida.
-Leyes,
un tratado de legislación coincidente en lo básico con la República.
-Cartas
(I a XIII), que recogen diversos temas. La VII, como hemos dicho, es casi sin duda platónica, y explica el
intento (fallido) de nuestro autor por poner en práctica sus nociones
políticas.
Durante este tiempo Platón efectuó sus otros dos
viajes a Sicilia. Revisa la teoría de las ideas, que va perdiendo dimensión
ontológica en favor de una interpretación lógica. Sócrates ya no es el
personaje principal de los diálogos. Muy meritorio el autoexamen y la
autocrítica de las dificultades que presenta la teoría de las ideas. Examina la
dialéctica como división de conceptos. Desarrollará su cosmología: el demiurgo,
el alma del mundo, el devenir, la causa final... Asímismo, revisará la teoría
política, finalizando en una noción matizada del justo medio.
Por otro lado, parece
ser que más allá de la enseñanza escrita vertida en los diálogos (exotérica),
Platón habría también elaborada una pedagogía reservada a los miembros más
aventajados de la Academia (esotérica), que no habría sido puesta por escrito.
Platón siempre resaltó su desconfianza respecto a la escritura; si escribió,
como dijimos, fue en parte por la necesidad de difundir su filosofía. Pero él renegaba
de ella porque tendía a inmovilizar, a secar el pensamiento; al contrario, el
diálogo hablado realmente, estimula y aviva el espíritu. En efecto, el saber adquirido
y transmitido por vía escrita no pasa de ser un saber aparente. Lo escrito no
habla, o lo hace sólo unidireccionalmente, no responde a preguntas, repite,
sólo lo dicho, una y otra vez. No está vivo, no cambia, no se enriquece a sí
mismo. Como señala Antoni Martinez Riu, “en la Carta VII Platón también muestra
su reticencia a poner por escrito sus enseñanzas y su saber: «todo hombre serio
se guardará mucho de poner por escrito cuestiones serias»”. La expresión verbal o escrita no puede,
pues, hacer otra cosa que reproducir la forma necesaria de la investigación, el
diálogo.
Muy interesante lo de Platón. Creo que ya me formé la línea cronológica de sus obras.
ResponderEliminarMe alegro que te haya resultado útil.
ResponderEliminarUn saludo.