Jenócrates, nacido en el año 396 antes de Cristo, fue el sucesor de Espeusipo como escolarca de la Academia platónica, cargo en el que permaneció 25 años, hasta su muerte.
De él se dice que fue un fiel seguidor y discípulo de las doctrinas de su maestro, Platón. Fue con él durante su viaje a Sicilia, y al amenazar Dioniso con decapitar al gran filósofo ateniense, Jenócrates que deberían decapitarle a él primero.Llevó una vida sencilla y austera, rayana en la pobreza, y no era tan rápido de mente como otros alumnos de Platón, pero sí muy trabajador. Muchas veces el sudor suple al talento natural, o al menos permite que la carencia de este sea compensada.
Muy apreciado en su época, se dice que incluso el mismo Alejandro Magno le admiraba, y no dudó en brindarle cincuenta talentos por su trabajo. Escribió varias obras de filosofía (política, naturaleza, arte, etc.) y tuvo como discípulos a nada menos que Epicuro, Crantor y Zenón de Citio (no confundir con Zenón de Elea).
Jenócrates gustaba de hacer divisiones tripartitas dentro del mundo del pensamiento. Así, dividió las filosofía en tres ramas: Lógica, Física y Moral. Una de sus grandes apuestas fue dotar de contenido e importancia filosóficas a las doctrinas matemáticas, tratando de ver en ellas el conocimiento de las ideas platónicas. Hay una evidente tentativa de armonizar los números con el idealismo platónico. Como en los números está la esencia de las cosas, recogiendo la idea básica de Pitágoras de Samos, la unidad y la díada son los dioses que dirigen el mundo. El alma constituye un número que se mueve por sí mismo, y los números representan los distintos grados a través de los cuales Dios desciende del cielo a la Tierra.
Aquí se ve una especie de mitología pitagórica. La realidad es para Jenócrates una combinación, también tripartita, de objetos que pueden ser percibidos, otros que pueden ser opinables y finalmente otros que son verdaderamente conocidos. Del mismo modo, el ser humano se divide en tres partes: mente, cuerpo y alma.
Si Espeusipo, el escolarca anterior a Jenócrates, no admitía que el Bien pudiera estar en lo Uno, dado que eso hubiera supuesto que el Mal estuviera en lo Múltiple (y algo hecho por Dios no puede poseer el Mal), Jenócrates es mucho más audaz y asume que todos los seres, dado que participan tanto del Uno como de lo Múltiple, deben poseer o relacionarse de algún modo con el Mal.
Distinguía Jenócrates, como no podía ser de otra manera, tres mundos: el sublunar, el celeste y el supraceleste. Y en los tres coexisten criaturas buenas con malas. "Demonios" los hay por todas partes; algunos son buenos, otros malos. De este modo, Jenócrates podía explicar por qué los dioses realizaban malas acciones, así como que hubiera cultos fuera de la moral establecida. De este modo, las acciones perniciosas las llevarían a cabo los demonios malos, y los cultos "inmorales" serían ejecutados y dirigidos a los demonios malos.
Sostuvo Jenócrates que incluso las partes irracionales del alma sobreviven pasada la muerte. Y es de destacar su doctrina vegetariana (sin duda influida por las enseñanzas pitagóricas), según la cual se abstenía de comer carne y condenaba esas prácticas porque pensaba que al comer carne dominaría lo irracional sobre lo racional.
Jenócrates gustaba de analizar y estudiar especialmente el diálogo platónico Timeo, obra a la que apreciaba mucho y comentaba siempre que podía. Según Diógenes Laercio, "como era sumamente modesto y enemigo del fausto, pasaba muchas muchas veces al día meditando, y aun destinaba, según dicen, una hora al silencio". Muestra de su frugalidad fue que, del dinero enviado para él por Alejandro Magno, se quedó con una pequeña parte y devolvió el resto, porque según dijo necesitaba de más reservas económicas aquel que debía mantener a tantas personas.
Jenócrates murió a la avanzadísima edad, para la época, de 82 años, un día del 314 antes de Cristo.
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