A Alcmeón
se le había adscrito dentro de la escuela pitagórica desde la antigüedad
tardía, en una conclusión a la que llegaron muchos autores de esa época. No es
una afiliación descabellada, dado que Alcmeón nació en Crotona, ciudad en la
que Pitágoras había fundado una escuela o comunidad de seguidores, y dado
también que en las teorías que conservamos de aquél hay una clara influencia de
las del filósofo de Samos, o de su escuela, mejor dicho, si bien hay quien
afirma que recibió también influencias de los jonios. Así pues Crotona, ciudad
de la Magna Grecia, dentro de la península italiana, vio nacer a finales del
siglo VI antes de Cristo a nuestro personaje, que moriría probablemente a
mediados del siglo siguiente. Como en tantos otros casos, hemos perdido su obra
original, que la tradición posterior tituló, para no variar, como Sobre la naturaleza, por lo que no cabe
más alternativa que recurrir a la doxografía.
Alcmeón
fue contemporáneo de Empédocles y Anaxágoras. En Crotona hubo una famosa
escuela de medicina, de la que fue miembro, y que ya había visto aparecer a un
gran especialista: Demécedes, pero, como señala Jesús Mosterín (La Hélade, Alianza, 2006, Madrid),
Alcmeón “es el primer investigador y escritor médico griego del que tengamos
noticia, el único precedente serio del gran Hipócrates de Cos y el primer autor
de un libro de fisiología”. Parece que Alcmeón conoció a Pitágoras, ya muy
mayor, y es bastante evidente que mantuvo contacto con la cofradía de éste (no
en vano, en uno de sus fragmentos conservados menciona a algunos de ellos),
pero hoy en día, como afirma Alberto Bernabé (De Tales a Demócrito, fragmentos presocráticos, Alianza, Madrid,
2006, obra que nos sirve de base para la presente nota), “nos damos cuenta de
su poderosa originalidad y coherencia de pensamiento, que hacen de él una
personalidad aparte en la historia de la filosofía griega”. El mismo
Aristóteles (que refutó algunas de las opiniones de Alcmeón en un tratado hoy
perdido) era partícipe en cierto modo de esta postura, pues lo distinguió
claramente de los pitagóricos.
Alcmeón
fue médico y filósofo, o, si se prefiere, médico-filósofo,
en tanto que se interesaba por el ser humano fisiológico pero dentro siempre de
una concepción pitagórica del mundo, nunca como ente aislado. Entendía como
falible y limitado el saber humano, tanto por lo que respecta al saber del
mundo o de las cosas como al de la enfermedad, porque el hombre alcanza
únicamente “indicios” sobre la realidad. La sabiduría absoluta y perfecta,
aquella que logra la certeza, sólo es de procedencia divina, a la que el hombre
jamás llegará, una postura bastante diferente a la de la mayoría de los
presocráticos, que veían en sí mismos la figura del sabio o poeta inspirado.
No parece
que Alcmeón siguiera la costumbre milesia de atribuir a un único principio el
origen de las cosas, si bien sí considera la existencia de contrarios, como los
pitagóricos, pero sin limitarlos a un número concreto. Conservamos un fragmento
recogido posteriormente en el que aplica esta filosofía de raíz pitagórica a la
medicina. “Alcmeón solía decir que lo conserva la salud es la igualdad de poder
de las fuerzas; de lo húmedo, lo seco, lo frío, lo caliente, lo dulce y lo
demás. El reinado de una sola entre ellas es lo que provoca la enfermedad. Ésta
sobreviene, bien por exceso de calor o de frío, bien por la abundancia o la
falta de alimento; puede darse en la sangre, la médula o el cerebro. También
puede producirse en esos sitios por motivos externos: aguas de cierto tipo o un
lugar o agotamiento o violencia o cosas similares. La salud, según él, es la
mezcla proporcionada de las cualidades”. Así pues, el cuerpo humano es un
microcosmos en el que, si hay salud, domina siempre la armonía y el equilibrio
entre diversos factores y tendencias (lo húmedo y lo seco, etc.), un estado
llamado isonomía, y es la
preponderancia de alguno lo que causa la enfermedad (monarquía, gobierno de un solo factor). El tratamiento de las
enfermedades debe llevarse a cabo por la acción de las fuerzas contrapuestas a
las que generan la enfermedad, es decir, frío contra calor, sequedad contra
humedad, etc.
Fue muy
influyente, Alcmeón, como médico, y combinó el espíritu empírico y crítico
procedentes de la escuela jonia, que pudo haber recibido de Jenófanes, con las
especulaciones propias de los pitagóricos que vivían en Crotona. Quizá por ello
parece ser que fue de los primeros, sino el primero, que diseccionó un cadáver
en Grecia. Ello le permitió contemplar la constitución de los órganos sensoriales.
Particularmente, está claro que tuvo la primicia de diseccionar un ojo humano,
observando los nervios que lo unen con el cerebro. Fue capaz de determinar la
función correcta a dichos nervios ópticos, cuya misión era llevar al cerebro
las “impresiones dejadas por el fuego exterior en el fuego interior de los
ojos”.
Supo
diferenciar entre las arterias y las venas, llamando a las primeras “venas sin
sangre” dado que se hallan vacías en los cuerpos inertes. La posteriormente
llamada “Trompa de Eustaquio”, la trompa auditiva, un conducto que enlaza el
oído medio con la cavidad faríngea, también fue un descubrimiento de Alcmeón.
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