(Partes 1, 2, 3, 4 y 5)
6) El “materialismo histórico”. Caída del capitalismo e implantación del comunismo.
Puesto que la realidad que viven los seres humanos es, para Marx igual que para Hegel, un producto de la acción de las leyes dialécticas, la historia trata siempre de lograr un objetivo, superando las contradicciones propias de las etapas anteriores. De este modo, el curso histórico acontece de forma necesaria, por lo que todo sufrimiento y malestar actual es inevitable e inexcusable, con el fin de que el futuro nos aporte la solución a nuestros problemas. Esta solución sólo será posible, como ya se ha dicho, cuando tenga lugar la sustitución del actual sistema capitalista por un modo de producción comunista en el que desaparezcan las desigualdades entre clases sociales (o, mejor dicho, la desaparición de las mismas clases sociales), lo que comportará, aseguraba Marx, la superación de todas las alienaciones a que están en la raíz de nuestros males y desdichas.
Marx sostenía que la revolución social acaba siendo una realidad e imponiéndose cuando se producen conflictos, inherentes al mismo sistema capitalista, entre las fuerzas de producción, es decir, la masa trabajadora, y las relaciones de producción (la relación entre trabajadores y propietarios). Dada la desigualdad que estas relaciones provocan, se genera un trastorno en la infraestructura, al existir una disparidad económica profunda entre ambas facciones, lo que con el tiempo determinará a su vez modificaciones en la superestructura y sus elementos constitutivos (sistema ideológico, político y social).
Ha habido distintas relaciones de producción a lo largo de la historia. De hecho, para Marx es precisamente que difieran dichos sistemas de producción lo que ha provocado las etapas históricas (y no a la inversa). En cualquiera de las existentes hasta los tiempos de Marx reinaban las clases sociales, pero gracias al comunismo esta segregación será erradicada. Los tres modos de producción previos han sido:
a) Esclavismo (sociedad esclavista): regida por los amos, que dominan a los esclavos, quienes no son más sus medios o instrumentos.
b) Feudalismo (sociedad feudal): regida por los señores, y a quienes sus siervos y vasallos rinden pleitesía. La tierra la trabaja el siervo, pero es propiedad del señor feudal.
c) Capitalismo (sociedad capitalista): la actual (tanto en tiempos de Marx como en la actualidad, aunque con matices). La clase dominante es la burguesía (o los propietarios de los medios de producción), y la clase dominada el proletariado.
Por último, Marx augura la irrupción del comunismo, tras la caída del capitalismo, en donde no habrá clases sociales y los medios de producción pertenecerán al Estado. La caída del capitalismo es inevitable, sostiene Marx, porque en primer lugar un sistema que sólo pretende lograr el beneficio económico del empresario no puede mantenerse durante mucho tiempo. Esto es así porque para maximizar dicho beneficio se requiere producir al mínimo coste posible, lo que supone emplear cada vez mayor cantidad de maquinaria y cuantos menos trabajadores mejor, algo que sólo es posible en grandes compañías y corporaciones. En consecuencia, tanto los proletariados (porque pasarán a engrosar las listas de parados, o tendrán que trabajar gran cantidad de tiempo) como los pequeños empresarios, absorbidos y neutralizados por las compañías mayores, verán con descontento su situación de inferioridad económica y de posibilidades de trabajo. Para erradicar tal situación será imprescindible la unión del proletariado, exigiendo a la burguesía mayores salarios y horarios menos exigentes, o, en hipotético caso final, su misma derrota social.
Así, es el mismo sistema capitalista quien se autodestruirá, producto de las injusticias sociales que ocasiona entre las distintas clases y de un conjunto de leyes inherentes a tal sistema, entre ellas, por ejemplo, la ley de la tendencia a la baja del beneficio. Si el capitalismo pretende maximizar los beneficios, será necesario bajar los salarios e incrementar todo lo posible la producción. Pero ofrecer menos dinero a los productores y a la mano de obra supone menos ingresos para ellos, con lo que la demanda bajará dado que cada vez sus recursos económicos serán menores. Por lo tanto, los beneficios disminuyen y la empresa puede endeudarse, o incluso llegar a la quiebra, destruyéndose el capitalismo a sí mismo.
Por otro lado encontramos la ley de la depauperización creciente o, en otras palabras, la creciente implantación de grandes monopolios o grupos de empresas dominantes que ofrecen precios cada vez más bajos y ahogan los medianos y pequeños comercios, donde sus propietarios se verán obligados al cierre por no poder competir con ellos en igualdad de condiciones, convirtiéndose ellos mismos en proletarios u ofreciendo sueldos todavía más bajos a sus escasos trabajadores, con el consiguiente descontento general.
Ante esta situación preconizaba Marx que la clase proletaria empezaría a tomar conciencia de su situación e iniciaría un proceso de revolución ante las injusticias de la burguesía. Pese a que ésta posea los medios de represión y de poder para evitar dicha revolución, toda clase social que está por encima de las demás depende de éstas para su supervivencia, porque es su trabajo, el del proletariado en este caso, lo que la sustenta. Por lo tanto, la unión de las clases trabajadores acabará por desbancar a la burguesía de su posición privilegiada, y será entonces cuando dará comienzo una temporal “dictadura del proletariado”. Esta fase consistirá en un dominio absoluto de la clase trabajadora, adquiriendo todo el poder de la sociedad para reestablecer un orden político y económico en el que la propiedad privada será definitivamente abolido, las clases sociales acabarán siendo neutralizadas y los medios de producción pertenecerán íntegramente al Estado, que poseerá recursos y procedimientos para instaurar un orden comunista.
Tras esta etapa, una vez desaparezcan los distintos grados de clase entre trabajadores tendrán que organizarse en grandes cooperativas en donde todo lo producido será de todos. Cada persona aportará su trabajo y su acción en función de sus aptitudes, y recibirá del grupo en función de lo que precise. Así reza la máxima marxista: “De cada cual según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades”. La colectivización de los medios de producción, la abolición de la propiedad privada y las diferencias de clase, la erradicación completa de todas las alienaciones que atenazan la vida humana, la identificación entre productor y producto, y la realidad de una igualdad entre trabajadores permitirá la desaparición del estado prehistórico en el que estaba sumido el ser humano y nos adentraremos en la etapa verdaderamente histórica de la Humanidad.
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