12.1.20

La Academia Nueva: Carnéades de Cirene



Carnéades nació en Cirene, se supone que hacia el 219 (o 214) antes de Cristo. Diógenes el Babilonio, estoico, y el académico Hegesino fueron sus antecesores en la Academia. Carnéades fue alumno de este último y entró como escolarca en el año 156 antes de Cristo. Admiraba mucho a Crisipo (llegó a decir que, sin Crisipo, él no sería nada), y en una ocasión en que tuvo que defender un discurso en Roma acerca de la actuación de Atenas sobre el saqueo de Orope, Carnéades estuvo tan brillante que sorprendió a la audiencia (sobretodo la más joven). La estancia de Carnéades en Roma, junto a su antecesor Diógenes y el peripatético Filolao, tuvo un gran impacto en la capital, y según comenta Ferrater Mora, fue "uno de los hechos decisivos en la historia de la influencia del pensamiento griego sobre el mundo romano".

Carnéades tenía una facilidad y un talento innatos para revelar todos los aspectos opuestos y contradictorios de los asuntos, incluidos los morales, de modo que se granjeó la enemistad del romano Cratón, que aun siendo tolerante hasta cierto punto no podía admitir en la ciudad a un escéptico capaz de "corromper" a las generaciones jóvenes. Así que terminó expulsándolo de Roma.

Se acepta generalmente que Carnéades, junto a su estimado Crisipo, fue uno de los más importantes filósofos de la época que media entre Aristóteles y Plotino. Su potente oratoria provocaba huidas (literalmente) en sus adversarios en cuanto lo veían llegar. Hacia el final de su vida las enfermedades y la ceguera minaron el ánimo de Carnéades. Murió el año 129, y como quiera que por entonces aconteció un eclipse total de Luna, algunos afirmaron que el astro se había retirado en señal de duelo. Clitómaco, discípulo de Carnéades, fue quien difundió las enseñanzas de su maestro, el cual nunca escribió nada. Dichas enseñanzas se pueden resumir en tres pilares:


1-Teoría de la certeza.


Cuando hicimos la nota acerca de Arcesilao, mencionamos que los estoicos aceptaban la "representación comprensiva". Carnéades, igual que el escolarca de la Academia Media, se niega a aceptar ese criterio, porque él también entiende que nuestros sentidos nos engañan y que cualquier percepción que tenemos es subjetiva. Sólo podemos, por tanto, fiarnos de aquello que consideramos como "probable", aquello "verosímil", porque lograr un alcance crítico definitivo de una impresión exterior es harto complicado. Carnéades retoma el ejemplo clásico de la "paradoja sorites": al enumerar los números, ¿cuándo termina lo "poco" y empieza "lo mucho"? ¿Cuándo un montón es tal, partiendo de un grano y sumando grano a grano? Es decir, ¿cuándo una modificación cuantitativa supone una modificación cualitativa? No podemos dar una explicación fehaciente de hechos tales, por lo que los conceptos y las impresiones que los sustentan no pueden ser la base para comprender el mundo.

Carnéades apeló a la influencia que causan en nosotros las representaciones de los sueños, y aquellos estados de alucinación e ilusión. No podemos, por otro lado, probar nada, puesto que cada prueba consta de aserciones, las cuales deben a su vez probarse y... así, hasta el infinito.


Así pues, si deseamos ser sabios, hay que suspender el juicio, pues nada es cierto. El sabio no puede ni debe afirmar nada, sino limitarse a aquello que es probable. Lo legítimo es ceñirse a lo verosímil. 


2-Teodicea estoica.

Otro de los ámbitos de la crítica de Carnéades a la escuela estoica fue su teología, según la cual los dioses eran "seres vivientes que rigen el desarrollo del tiempo del mundo" (Jean Brun, La Filosofía antigua, Siglo XXI, Madrid, obra en la que nos basamos para esta nota). Lo que sucede, la Providencia, rige el transcurso de la estructura del mundo, y hay que aceptar tal y como llega ese destino, hay que someterse a él y amarlo. Pero, aduce Carnéades, si todo sucede por voluntad divina, todo lo malo y pernicioso del mundo también es producto de ellas. Enfermedades, hambre, fenómenos naturales... 

Cicerón recoge la opinión de nuestro filósofo al respecto: "Si todo sucede por causas antecedentes, los acontecimientos están ligados entre sí por un estrecho encadenamiento natural. Si esto es así, la necesidad lo produce todo y nada está en nuestro poder". Pero, sea como fuere, "nada es verdadero desde toda la eternidad y nadie puede conocer los acontecimientos futuros con una verdadera certeza" (Jean Brun, op. cit.). Por ello, aunque los estoicos estimaban igualmente la adivinación, nuestro pensador la desprecia como una mera "superstición".

Además de todo ello, las pruebas aducidas a favor de la existencia de Dios por parte estoica no eran concluyentes, y la naturaleza de ese mismo Dios era una doctrina llena de antinomias, a juicio de Carnéades.


Así, aunque haya un consenso universal acerca de al existencia de Dios, lo que se prueba con ello es que hay una "creencia generalizada en Dios", pero no que Dios mismo exista. Igualmente, los estoicos sostienen que el Universo es "sabio y razonable". Pero, ¿en qué se basan? Para que lo sea, debe probarse que está "animado" (extremo que aquellos no logran). Si la razón humana procede de una Razón universal, tienen que "probar que el espíritu humano no puede ser un producto espontáneo de la naturaleza" (Frederick Copleston, Historia de la Filosofía, vol. 1, Ariel). Y, naturalmente, si el Universo es producto de un designio, realizado con arreglo a un plan, entonces no cabe duda de que tiene que haber un autor de dicho plan. Sin embargo, la dificultad precisamente estriba en saber si el Universo fue producido conforme o no a un plan. Porque, pregunta Carnéades, ¿no podría ser el resultado de un efecto casual o fortuito de las distintas fuerzas naturales?


3-Moral.

La moral de Carnéades, basada en los dos puntos anteriores (a fin de cuentas, el conocimiento [o desconocimiento] de los hechos debe ser lo que influya en nuestro comportamiento), "parece que se ha contentado con ser un arte de vivir lleno de prudencia" (Brun, op. cit.). Nuestro escolarca aprehendió la fórmula: voluptas com honestate, es decir, "el placer con la honestidad". El sabio posee una suerte de inclinación natural hacia la búsqueda de los bienes naturales, de modo que la puede emplear como criterio práctico para su vida. Pero hay que huir del dogmatismo, de la cerrajón mental y orgullosa de los estoicos, quienes se vieron obligados a analizar y precisar sus doctrinas ante el ataque sin cuartel de Carnéades, un hueso muy duro de roer en lo que atañía a cuestiones de argumentación.

Las doctrinas de Carnéades, como hemos comentado, fueron difundidas por su alumno Clitómaco, que se hizo cargo de la Academia a la muerte de su maestro.

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