La Academia Antigua, cuyos notables miembros Espeusipo y Jenócrates tratamos en notas anteriores, tuvo también como escolarca a Polemón de Atenas, sucesor en el cargo de aquel último. Libertino y habitualmente borracho, Polemón cambió radicalmente su vida al conocer a Jenócrates, despreciando el dolor y viviendo en arreglo a la "naturaleza".
Hubo asimismo un discípulo de Polemón, Crantor de Soles, cuya obra Sobre el duelo fue una especie de "Consolación de la Filosofía" de la época antigua; Crates de Atenas, por su parte, fue el encargado de dirigir la escuela cuando Polemón falleció, y quedó constancia del aprecio que sentía por todos sus antecesores.
Aunque hay autores que encuadran a Arcesilao, nuestro personaje hoy, dentro de la Academia Nueva, nosotros recogemos la división de Diógenes Laercio y lo ubicamos en la Academia Media.
-Arcesilao de Pitania.
Fue el sucesor, a su vez, del propio Crates, en la Academia cuando murió este en el año 268 antes de Cristo.
En aquella época convivían multitud de distintas orientaciones filosóficas, que cristalizaban en diversas escuelas: platónicas (la Academia), aristotélicas (el Liceo), la escéptica de Pirrón de Elis, el estoicismo y el epicureísmo. Arcesilao fue muy amigo de Pirrón, del que recogió abundantes influencias, pero aunque hay quienes quisieron ver una unidad entre ambas (la Academia Nueva y el escepticismo), Arcesilao siempre se vio y se definió cómo académico, y además hubo escépticos que llegaron a despreciarle y hasta insultarle por sus ideas.
Arcesilao nació en el año 315 antes de Cristo, estudió Matemáticas y quedó prendado de la filosofía, admirando mucho a Teofrastro y Platón. Era notablemente rico y Diógenes Laercio dice de él que llevó una vida de placeres con cortesanas y disipaciones varias. Sin embargo, aunque en la época los filósofos solían ser pobres, Arcesilao no hacía gala de su fortuna sino que se mostraba muy generoso. Al parecer, era bastante guapo, y tenía dones oratorios muy relevantes.
Al contrario que muchos de sus contemporáneos o antecesores, Arcesilao no escribió nada. En él recobró vigor el olvidado arte de la dialéctica, y el dogmatismo platónico fue sustituido por la sana discusión, la cual llevaba a la conclusión de que la verdad no nos es posible alcanzarla (muy en la línea, naturalmente, del escepticismo). Sin embargo, este escepticismo no es ontológico, por así decir: Arcesilao seguramente no dudó de que existiera la verdad, una verdad en sí misma, que sin embargo no la podemos obtener por falta de capacidades. Por tanto, son nuestras limitaciones las que nos impiden llegar a la verdad, no au ausencia.
Arcesilao mantuvo una contundente discusión con la escuela estoica y con Zenón de Citio, en particular, en relación con el criterio para llegar (si es que se puede) a la verdad. Para Zenón dicho criterio estaba en las "representaciones comprensivas", es decir, aquellas en las que lo que es representado y lo que se representa están en armonía. En estas representaciones se basa el "asentimiento" del alma, a partir del cual es posible la "comprensión". Pero Arcesilao entendía que no había forma de diferenciar entre una representación comprensiva y otra que no lo es, porque los sentidos no brindan un punto de partida lo suficientemente sólido como para llevarnos a descubrir la verdad. Hay objetos sin existencia que nos producen igualmente impresiones claras y distintas en nuestra mente. En realidad, la representación comprensiva ni siquiera existe, de modo que no hay certeza ni ciencia posible. A lo sumo, el sabio (que es quien, supuestamente, alcanza aquellas representaciones), otorga un juicio, una opinión.
Pero si únicamente podemos alcanzar juicios, entonces la razón no sabe nada, y no nos es posible poseer un criterio de verdad. Ni la razón ni los sentidos, en efecto, ayudan para lograr este objetivo, puesto que no existen las representaciones evidentes sobre las que asentarnos. Un juicio no es más que una aproximación subjetiva y tosca a lo que pensamos que debe ser lo real o lo existente, por lo que solo cabe suspender el juicio, pues este no llegará jamás a ser la verdad.
Sin embargo, ¿suspender el juicio no es equivalente a no aportar ni discurrir nada? Arcesilao reconocía que, para no estancarse, en lo mental o en las acciones, es necesario un "criterio de acción". Este criterio, pensaba, lo podemos entender como "lo razonable", entendiendo esto como una serie de acciones concordantes entre sí que forman un todo coherente y que se puede justificar. Hay, pues, que examinar los puntos a favor y en contra a la hora de realizar un acto, de modo que podamos dar razón a nosotros mismos y a los demás de por qué hemos obrado así.
Aquí radica, por tanto, una diferencia fundamental entre Arcesilao y los escépticos "clásicos": suspender el juicio (la epojé, que miles de años después recuperaría la fenomenología) no es equivalente a llegar a un punto de indiferencia o innacción.
Los escépticos pirronianos solían mostrar desconfianza (cuando no abierto y duro desprecio) por las opiniones; pero los académicos como Arcesilao no llegaban a ese extremo, sino que las consideraban y, pese a rechazarlas, eran indulgentes con ellas. Era, así, una escuela más respetuosa y abierta, aun blandiendo su natural escepticismo.
Arcesilao murió en el año 240 antes de Cristo, aproximadamente. Sus sucesores al mando de la Academia fueron hombres de los que no sabemos casi nada, pero uno de ellos, Hegesino (o Hegesilao), fue el maestro del próximo escolarca de renombre, Carneades de Cirene, a quien conoceremos en la siguiente nota.
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