La Institución de Libre Enseñanza (ILE) no tuvo su vida como una mera
academia en donde se impartían clases. Su innovadora pedagogía y su espíritu
librepensador y crítico se difundieron mucho más lejos de sus puertas y
enriquecieron no sólo a sus alumnos, sino a la sociedad general. En esta nota
vamos a recoger algunas de las orientaciones y principios básicos que guiaron a
Francisco Giner de los Ríos, como dijimos, su principal valedor y corazón de la
Institución.
Como nos dice Antonio
Jiménez García (El Krausismo y la
Institución Libre de Enseñanza, Cincel, Madrid, 1985; todas las citas
corresponden a esta obra, excepto donde se señala), la idea básica era “educar al hombre por el hombre,
a partir del desarrollo integral de las propias aptitudes y capacidades”. Si se
quería cambiar la sociedad era imprescindible educar a los hombres y hacerlos
libres y espontáneos; no era posible alcanzar aquel ideal recurriendo a
revoluciones desde el poder. Todo
debía comenzar en la base, desde abajo.
España tenía que remodelarse, hacerse de nuevo, hacer de ella lo que nunca
había sido, esto es, una sociedad abierta y tolerante, receptiva a los cambios
e innovaciones procedentes de Europa. Sólo la educación podrá permitir este
objetivo.
Giner aplica los
principios pedagógicos procedentes de algunos ilustrados europeos, como Comenio
(siglo XVII), sin olvidar a Rousseau (s. XVIII) o Pestalozzi (finales del XVIII
comienzos del XIX). Estas influencias las aglutinará y solidificará en torno a
los ideales del krausismo, y que partirán del método pedagógico de Friedrich
Fröebel (1782-1852), quien fue discípulo ferviente de Krause.
Un adulto es, se pensaba
en la Institución, lo que de niño hubiese aprendido. Y, en buena parte, ello
parece ser así, de modo que muchas de sus energías se encaminaron a las
enseñanzas de párvulos. Seguiremos aquí los puntos que enlista Jiménez García a
propósito de los principios educativos de la Institución, a saber:
1) Educación e instrucción
Muy importante fue esta distinción en toda la
vida de la ILE y en todos sus miembros. En efecto, eran muy conscientes, tanto
que dedicaron sus más vivas críticas al sistema de la enseñanza tradicional, el
cual veía al niño como un “recipiente vacío al que, desde pequeñito, hay que
convertir en un almacén de conocimientos y saberes”. Un almacén, como algo
pasivo, como algo (el niño y la niña) que reciben la información fríamente.
Giner de los Ríos definía a ese sistema (en su obra de 1886 Estudios sobre Educación [EE]) como “memorista, mecánico, dedicado
a nuestras facultades inferiores, para las cuales se digna promulgar… la
verdad, oficialmente averiguada y definida, librándonos de aquel trabajo de
buscarla por nosotros mismos, que Lessing reputaba al más característico de los
seres racionales”.
La idea básica no es introducir en el alumno ese
saber cuantitativo, acumulativo, sino ayudarle para que se forme como persona
libre gracias a la educación adecuada, que le permita moverse ágilmente en la
sociedad.
2) Educación activa
Como hemos dicho, la metodología de enseñanza
tradicional convertía el proceso de aprender en algo pasivo; la actitud misma
del alumno es pasiva, puramente receptiva. El alumno recibe el conocimiento… no
va a su encuentro. Giner de los Ríos defenderá, por el contrario, alcanzar el
saber por un medio activo, motivando al niño siguiendo el método socrático y la
intuición, una intuición clave en la
enseñanza, pues ella estimula el genio creativo e innovador del alumno. En
efecto, como nos dice Giner de los Ríos en EE,
el método intuitivo “rompiendo los moldes del espíritu sectario, exige del
discípulo que piense y reflexione por sí mismo… que investigue, que arguya, que
cuestione, que intente, que dude...”.
3)
Educación
integral
¿En qué consistiría el ideal de educación
integral, base del pensamiento antropológico krausista? Sobretodo en “formar un
hombre armónico, que desarrolla en plenitud el espíritu y el cuerpo, la razón,
el sentimiento, la voluntad, el carácter, el sentido estético y moral de la
vida, el adiestramiento manual, el cultivo de los oficios…”. Dado que el
objetivo es esa educación holista, nada puede quedar fuera. Así, por ejemplo,
el “desarrollo de la personalidad individual, nunca más necesario que cuando ha
llegado a su apogeo la idolatría de la nivelación y de las grandes masas” (De
los Ríos, EE).
4) Educación en libertad
Es parte integrante de la educación activa; el
alumno debe poder disfrutar de esa libertad, la que le permite no recibir
imposiciones dañinas por parte del profesorado ni, por supuesto, cualquier tipo
de actitudes coercitivas que lleven al castigo físico o emocional. Pero, desde
luego, ser libre en el sentido descrito también conlleva ser responsable de sus
actos, independientemente de la edad del alumno.
5) Educación neutra
Una educación es neutra cuando es secular, cuando no se adscribe a un particularismo
religioso, filosófico o político. “La tolerancia religiosa… tiene que ser una
condición esencial de la enseñanza. La enseñanza laica es la que puede hacer
posible el espíritu de tolerancia, que debe ser la base de la convivencia
social española. La enseñanza confesional o dogmática debe ser erradicada del
Estado, tanto en los centros públicos como en los privados.
Sin embargo, Giner de los Ríos es muy consciente
que los profesores aconfesionales pueden terminar incurriendo en el mismo
defecto de sectarismo que quieren erradicar, incluso con mayor gravedad.
6) Escuela unificada
No hay separación estanca entre un niño, un
muchacho y un adolescente. Se trata de un proceso gradual que permanentemente
va aconteciendo por lo que, en el ámbito educativo, no cabe separar tampoco
entre la edad de párvulos y la primera y segunda enseñanza. No hay etapas, no
hay contenidos distintos o propios que aplicar a cada una de ellas (excepto
aquellos en función de la dificultad, naturalmente), sino que es un proceso
gradual de aprendizaje.
7) Co-educación
Era habitual en la enseñanza tradicional sentir
rechazo y repulsa ante la noción de co-educación. La calificaban como
“anti-moral, anti-higiénica y contra
natura”. Sin embargo, Francisco Giner de los Ríos veía en la presencia
combinada de niños y niñas en el aula una circunstancia perfectamente normal y
deseable. A fin de cuentas, ambos conviven en las casas, en las calles en los
juegos, etc. No había, sostenía, razón ninguna para separarlos en clase.
Además, De los Ríos era muy “partidario de la educación de la mujer y de su
elevación social, y esto sólo se podía conseguir de la co-educación”.
8) Educación y familia
No tenía la ILE la pretensión de suplantar la
educación que el alumno pudiera recibir en su casa y en la familia. Por este
motivo, era contrario al internado del mismo. El entorno familiar y casero
representaba para el niño lo que la esfera profesional y las complejas
relaciones sociales para el hombre. La vida familiar era esa esfera insustituible,
un lugar sagrado de las intimidades personales…
Además de todo esto, es
preciso mencionar unas pocas directrices metodológicas. Se quiso limitar el
número de alumnos por aula a los menores posibles, promoviendo así una mayor
cercanía del profesor con sus alumnos, un trato más personal y directo. Por
otro lado, había un rechazo total a los exámenes, puesto que ellos estimulaban
precisamente lo que ILE pretendía suprimir, esto es, el conocimiento puramente
acumulativo y memorístico, pasivo, además de crear una falsa competitividad.
También los libros de texto fueron eliminados, dado que su contenido forzaban
al alumno a seguir un esquema de intereses predeterminado, así como una
orientación concreta en su aprendizaje, contrario al espíritu de libre
indagación de la ILE.
Para terminar esta nota
resumamos, como hace Antonio Jiménez García, el espíritu pedagógico de la
Institución bajo la figura de Giner de los Ríos, en un breve texto de Manuel
Bartolomé Cossío en su trabajo De su
jornada: “trabajo intelectual sobrio e intenso; juego corporal al aire
libre; larga y frecuente intimidad con la naturaleza y con el arte; absoluta
protesta, en cuanto a disciplina moral y vigilancia, contra el sistema
corruptor de exámenes, de emulación, de premios y castigos, y de espionaje, y
de toda clase de garantías exteriores; vida de relaciones familiares, de mutuo
abandono y confianza entre maestros y alumnos; íntima y constante acción
personal de los espíritus, son las aspiraciones ideales y prácticas a que la
Institución encomienda su obra”.
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