Una aproximación sencilla al interés humano por la historia del pensamiento, la ética y la metafísica
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15.7.09
Introducción al pensamiento de Karl Marx (Epílogo)
Serie "Introducción al pensamiento de Karl Marx (6 partes)
-Epílogo: Repercusión del pensamiento marxiano.
Tras examinar las raíces, las características y algunas de las aplicaciones prácticas que reclamaba el pensamiento de Karl Mark y Frederick Engels en la sociedad de finales del siglo XIX, ahora concluiremos la serie con las influencias y la relevancia de dicho pensamiento en la centuria posterior, así como las críticas que suscitó en ciertos filósofos.
Una de las peculiaridades más notables de la filosofía marxiana es que, además de poseer una importancia capital en la historia de las ideas y el pensamiento, sus tesis cristalizaron en una praxis aplicable al ámbito de la "vida ordinaria"; es decir, el marxismo logró superar el marco intelectual para abrazar la acción social y política. Fue la primera ocasión en que ello sucedió (sobretodo a tan gran escala, prácticamente planetaria, y con un profundo arraigo allá donde se realizó).
Lenin y Stalin, artífices de la Revolución Comunista en la Unión Soviética, implantaron la ideología marxista a grandes rasgos, si bien entendieron que cabía cambiar ciertas partes o nociones que, en la práctica, resultaban de difícil aplicación. Uno de los postulados sustraídos fue el del periodo conocido como "dictadura del proletariado", fase que según Marx era temporal, mientras que para Lenin debía forzosamente prolongarse en el tiempo de forma indefinida. Para éste el Estado era imprescindible, mientras que aquel, recordemos, creía que debía constitir en un mero trámite.
A partir de 1917 el marxismo comenzó su expansión y llegó a fronteras lejanas, no sólo a lo largo de todo el dominio soviético, sino también a los países próximos, como la antigua Checoslovaquia, Hungría, Polonia, y China, entre otros. Pero esta corriente de pensamiento también ha dejado su huella en países en donde no tuvo aplicación directa, gracias a la formación de partidos de corte socialista o comunista. Sin embargo, si el comunismo tuvo una vida más bien breve, ya que apenas unas décadas después de su implantación, y sobretodo en la década de los noventa del siglo pasado, los sistemas comunistas terminaron ahogándose y derrumbándose, fundamentalmente en la antigua URSS y en los países del Este europeo.
Esto ha servido para comprobar que no siempre la adopción de las ideas marxistas ha sido todo lo fiel que el propio Marx hubiese deseado, o bien que tales ideas no son aplicables dentro del curso histórico actual, o que carecen de la suficiente fuerza o interés para serlo. Además, los regímenes comunistas, lejos de liberar al pueblo trabajador, fue un acicate para la opresión y la violación de derechos humanos fundamentales, hasta el punto de generar una serie de horribles e inaceptables genocidios tanto en la URSS como en China y otros países con talante comunista (se cree que fueron cerca de cien millones las muertes generadas). Campos de concentración, hambrunas dramáticas y purgas legendarias, así como privación de libertad y corrupción, etc., etc, señalan el posible giro copernicano que unos líderes depravados pueden llegar a realizar en su propio beneficio de las tesis marxistas.
Intelectualmente, el marximo ha tenido tanto a grandes defensores como a detractores ilustres. Georges Politzer, por ejemplo, representa el filósofo marxista entusiasta, a veces hasta límites insostenibles (alababa la política leninista, y ya hemos comentado algunas de sus depravaciones); Karl Popper, por su parte, supone la vertiente opuesta, la crítica contundente. Una de las mayores censuras que Popper hace a la filosofía comunista es la de haberse presentado como una teoría presuntamente científica (basada en los conocimientos científicos de la época, y seguidora de sus mismos métodos) y, en cambio, haber errado completamente en sus previsiones: preconizó la caída del capitalismo y la eclosión del comunismo, la liberación del pueblo, la desaparición del Estado, etc. Sin embargo, como es obvio, todo ello no se ha cumplido; es más, ha sido el comunismo el sistema que ha sucumbido a sus propios fallos, y el capitalismo ha terminado por prevalecer. Los hechos demuestran que la filosofía marxista estaba equivocada. Popper termina su crítica afirmando, muy probablemente con razón, que no hay forma de predecir científicamente los acontecimientos futuros, sino que, tan sólo, es posible revelar tendencias generales.
Un crítico más sereno es L. Stevenson, quien señala el inadecuado planteamiento de las tesis marxistas y su más que compleja aplicación a la sociedad actual. Remarca, además, que muchos de los problemas que el comunismo decía solucionar no tuvieron remedio alguno, y que en algunos casos se agravaron todavía más. Sin embargo, concede que el marxismo fue capaz de mejorar las condiciones de trabajo del proletariado: aumentando la cantidad de tiempo libre, aumentando los salarios, permitiendo que los mismos trabajadores participaran del porvenir y funcionamiento de la empresa, mayor igualdad entre los asalariados, más seguiridad a las pequeñas empresas, etc. Todas estas propuestas, en principio marcadas para el comunismo, han sido adoptadas y potenciadas por el capitalismo actual, generando una mejora sustancial de las condiciones del empleado y su bienestar, a la vez que aumentaba el rendimiento de las empresas y la producción.
Por lo tanto, no fue tanto un error conceptual como de aplicación lo que truncó la vida de la filosofía marxista, lo que condenó al comunismo al ostracismo y a la oscuridad. Murió porque no vio que sus mismos postulados podían ser envenenados y contaminados por la avaricia y la obnubilación de los grandes profetas y predicadores, profetas que, en nombre del comunismo, se cegaron ante el poder. Por suerte, su muerte no ha sido definitiva; como todo en el Universo, ha resurgido de sus cenizas para acabar enriqueciendo, y hasta cierto punto ennobleciendo, el sistema enemigo, el capitalismo, que pese a sus incontables desmadres, corrupciones y vilezas, ha crecido y madurado hasta convertirse en el modelo a seguir para un crecimiento económico y social realmente notable.
No obstante, hay mucho que pulir dentro del neoliberalismo, demasiado que corregir y casi todo por innovar. Aguarda el medio ambiente, aguarda el propio ser humano, aguarda la idiosincrasia misma del trabajo, todos ellos esperando un respeto, o una reforma. Aguarda una revolución en el concepto mismo de trabajar, en percibir y entenderlo no como una obligación impuesta, sino un deseo diario. Algo que insufle vida, sentimiento y gozo, no meros recursos económicos o calidad de vida material.
El camino que nos queda por recorrer para lograrlo es casi infinito. Empecemos, pues, a caminar.
(Bibliografía fundamental:
- Historia de la Filosofía, J.R. Ayllón, M. Izquierdo, C. Díaz, Ariel, 2005
- Diccionario de Filosofía, Ferrater Mora, Ariel, 1994
- Diccionario de Filosofía Herder, Cd-Rom, 1997)
Perdona, pero ¿qué te ha llevado a escribir esta serie de "entradas enciclopédicas" (o sea, superficiales como poco)? Lo siento pero no puedo aceptar que esto se denomine "apuntes de filosofía". Si de verdad quieres caminar... sufre las caídas, lo siento. Yo prefiero acabar diciendo: ¡dejemos ya de renguear!
ResponderEliminarUn saludo afectuoso aunque o lo parezca.
Supongo que aquí, en la blogosfera, todos tenemos derecho de decir a los demás como deben hacer las cosas, cómo tienen que escribir, qué y cuándo. Y así nos va...
ResponderEliminarCarlos, éste es un blog "introductorio", de aproximación a la filosofía. Como tal, sus entradas son sencillas, breves, y sin mayores pretensiones que las de servir de puente a futuros intereses (si es que los hay) acerca de cuestiones, temas o filósofos particulares. Mis textos tienen ese carácter; si no te gustan, simplemente no los leas.
Con el término "apuntes" no hago referencia a anotaciones extraídas de clase (nunca he ido a ellas...), sino a textos escritos, propios (aunque muy apoyados en las obras de referencia mencionadas) que tratan temáticas personalmente atractivas.
Parece que no aceptes que los otros se ciñan a cuestiones más canónicas, divulgativas, simplonas y fáciles de meditar (como las que suelo incluir aquí) y menos ensayísticas y de reflexión propia. Si prefieres éstas, tienes muchas páginas a las que acudir; en esta hallarás, tan sólo, un breve y conciso apunte, una avanzadilla de lo que la filosofía puede aportar. Aquí no vive la misma filosofía, pero sí sus productos, sus hijos y sus juguetes, con los que podemos empezar a divertirnos. Si no toleras eso, éste no es tu sitio, Carlos.
Cada uno recorre su camino a su manera; yo no pierdo mi tiempo diciendo a los demás si sus blogs son de mi agrado o no, si tienen cualidades que valoro o si carecen de ellas. Cada cual que circule a su aire, y que toree según sus aptitudes. Mejor un acercamiento discreto y asequible a la filosofía que ningún acercamiento en absoluto, ¿o no?
En fin, saludos.
Hola, como debes imaginar, fui provocativo adrede. No para decir "lo que deben hacer los demás" (derecho no sé si tienen, pero sé que no tengo yo ninguno para prohibir ni capacidad). Tengo derecho a aprovechar (como cq en mi blog por ejemplo) la permisividad que me ofrecen para opinar. La opinión mía, en realidad, la podía haber dejado de manera menos provocativa diciendo justamente: "Todo intento (como el de estos apuntes y el de todas las "enciclopedias") de hacer uno u otro "acercamiento discreto y asequible a la filosofía" no ayuda a filosofar sino a dogmatizar que es lo contrario". No lo dije así, pero lo digo ahora... ya que me preguntaste ("¿o no?", como terminas preguntando al final de tu respuesta te contesto, ampliándome y explicándome con la mejor de las intenciones, creeme): o sea, ya que me vuelves a abrir la puerta, lo que agradesco y valoro.
ResponderEliminarEn definitiva, con la provocación y la ampliación, pretendo llamar la atención sobre ese asunto que me parece crucial y que refleja la al parecer inevitable necesidad de servir a la propagación de dogmas por parte de la intelectualidad... y todo por esa otra necesidad (creo) de ganar seguidores (cosa que, con mis provocaciones, sin dudas, yo al menos, arriesgo). Sin duda un "apunte" nietzscheano, ¿no?; propio de un "filosofar con el martillo" y de invitar a "rumiar" la filosofía.
Gracias y mi afecto de última instancia.
Vale, Carlos, ahora, con tu mensaje más explícito, entiendo tu actitud y tus palabras... aunque no las comparto por completo:)
ResponderEliminarEl dogmatismo (y el adoctrinamiento, que es consecuencia directa de aquel), ¿no es inevitable, hasta cierto punto, en todo discurso filosófico? ¿Hay textos de cariz verdaderamente filosófico que prescinden o carecen de dicho matiz? Yo creo que la filosofía está llena de ellos, que hasta incluso los incisos más asépticos los poseen, aunque se hagan esfuerzos enormes por evitarlos.
No sé si mis textos son dogmáticos (a mi me da que una entrada enciclopédica puede serlo mucho menos que un personal y sesudo ensayo filosófico...); trato de evitar escribir como quien narra algo ya sabido, discutido y concluido; siempre me he abierto a distintas interpretaciones, y aunque no quiera excusarme en ellos, lo bien cierto es que mis textos son más bien ajenos (me baso mucho en lo escrito por otros) que producto de mi propia pluma (esto será un mal aún peor, supongo yo... ¿no, Carlos?:))
Pero, ahora sí (y antes también, pese a no teclearlo), agradezco tus comentarios, y el siempre bienvenido 'arreo', que sirve para ponerme en vereda y tratar de huir de ese malhadado daimon que ha corroído, y me temo corroerá, a la buena filosofía... le dé yo o no pábulo en estas páginas nóveles.
Gracias a ti, Carlos, un abrazo.
Encantadora respuesta. Desvelo ante lo merecedor que aprecio en ella algo más: que acuerdo en que los discursos tienen todos una abierta o escondida voluntad de renunir en torno y... dominar (convencer es un medio). El latigazo me lo vengo dando cada vez más a mí mismo... sólo para ponerme al desnudo, a veces poniéndolos a los demás.
ResponderEliminarPor eso: no valoremos demasiado la filosofía, no la intentemos popularizar, no nos sumemos a los que contribuyeron/yen a sacralizarla entre los que por admirarla han aprendido a agitar frases huecas.
En fin... tal vez sea todo inevitable e igual de sin sentido.
Un saludo afectuoso.
Comprendo tu intención, Carlos, y sin embargo, no puedo dejar de valorar la filosofía, de popularizarla (banalizándola lo menos que pueda) y de abrirla a los ojos de los demás, aunque en el empeño pierda su frescura original y la empañe con mis mensajes algo manidos y acordes con los lugares comunes.
ResponderEliminarYo tengo (y debo) valorar la filosofía por su carácter de descubridora, de aventurera y porque siguiendo su historia uno puede hallar, si no un remedio para sus males, sí un camino distinto al que ha escogido y, con ello, una alternativa de pensamiento y de acción. Cabe tener muy presente, desde luego, su faz dogmática, su arraigo hacia el deseo de convencer, a veces no muy lícita (ni racional)mente; pero una sociedad al margen de la filosofía puede ser una sociedad pobre en valores, pobre en decisiones personales y, si me apuras, pobre en ilusión y en voluntad de vivir.
Quizá estime yo tanto a la filosofía por mi relativa juventud y porque hace poco que la descubrí; o porque mi idealismo filosófico aún no me deja ver (o no del todo) su "mal lado oscuro"; pero me arriesgaré a proseguir mi camino, aunque sufra las caídas (como dijiste). Creo que todavía nos puede aportar esa amiga algo útil, algo profundo y algo relevante como para que la dejemos ya tirada en la cuneta.
Si esto no es así, el tiempo me lo hará ver, Carlos...
Saludos, y gracias por tu comentario.
Dejo en este lugar ya sumergido una invitación a que me des tu opinión filosófica (literalmente hablando) de mis últimos golpes de martillo sobre la intelectualidad y sus "oscuridades". No formaría parte de una popularización sino de un diálogo poco difundible, pero bueno... respondería al "amar el saber" a lo que el término debería serle fiel.
ResponderEliminarY te visitaré, sin duda (con menos provocación -una es suficiente- pero el mayor rigor que me sea posible sintetizar -algo que no resulta muchas veces fácil-).
Un saludo afectuoso.
El antidogmatismo, al igual que cualquier otro "ismo", no es más que otra forma de dogmatismo.
ResponderEliminarPues... su debate (entre Carlos y el Hermitaño) esta entretenido...
ResponderEliminarPero yo estoy satisfecha de tener mi tarea de filosofia. Gracias :)
Atte:
Yanabi Durán