Me tomo un descanso, por unos días, interrumpiendo mis ladrillos pseudo-filosóficos hasta nueva luz. Sé que no son muchos los que por aquí se detienen; aprovecho ahora para agradecer a quienes, en uno u otro momento, lo hayan hecho, y les emplazo a que regresen en unas tres semanas, cuando (es un suponer) volveré a hilvanar mis sesudos textos peripatéticos.
Pero no todo será vivir y experimentar. También habrá tiempo para la lectura, la reflexión y la escritura, aunque sea desde lo alto de un risco o bajo la sombra de un pino, a años luz de la civilización...: pues me acompaña un pequeño libro, sencillo y modesto, pero que me impedirá perder, al menos completamente, el contacto con el mundo de la filosofía. Porque ya no puedo evitarlo; ella, la filosofía, ha echado raíces profundas y fuertes, y soy incapaz de arrancarlas, incluso queriendo. A la vuelta esperan Hume y Plotino, el demiurgo platónico y la ética nicomaquea, unas frases sobre el confucionismo y algunas ideas sobre la doctrina de la metempsícosis. Lo cual no es sino un exiguo pedazo de lo que vendrá, en un futuro no muy lejano.
No os vayáis todavía. Aún queda mucho por descubrir, y aún mucho más que compartir.
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