Según Alfredo Deaño, los razonamientos son "un tipo de pensamientos cuyo rasgo característico es que en él se produce siempre el paso de una o más afirmaciones que tomamos como el punto de partida a una afirmación que se sigue de aquellas". O sea, la idea es derivar una conclusión de unas premisas. Éso es un razonamiento. De ahí que imaginar, recordar o inventar no sean razonamientos. Son sólo otras formas de pensamiento.
Generalmente empleamos dos tipos de razonamientos: la deducción y la inducción. Según el DRAE, y para empezar:
Deducción es el método por el cual se procede lógicamente de lo universal a lo particular.
Inducción es extraer, a partir de determinadas observaciones o experiencias particulares, el principio general que en ellas está implícito.
Las premisas de que parte un razonamiento deductivo se consideran ciertas desde el principio, como axiomas. Son enunciados que se toman como ciertos sin más, porque la lógica, el sentido común, la experiencia o los sentidos nos sugieren que así debemos hacerlo. Un razonamiento de este tipo, según dice Paul Davies, "no pasa de ser un método para procesar hechos o conceptos para presentarlos de una forma más útil o interesante". En realidad, tales argumentos no sirven para aportar algo "nuevo", porque todo está ya contenido de una forma u otra en las premisas. Por ejemplo, Euclides, un famoso geómetra griego del siglo III antes de Cristo, enunció cinco axiomas sobre los que se basaba la geometría. Eran axiomas fundamentales, pero avances posteriores dieron al traste con algunos de ellos. En el Universo, la geometría de Euclides no es del todo correcta; han fallado sus axiomas porque los sentidos o la experiencia a veces no sirven a mayores niveles de conocimiento. Deducir es pura lógica: a partir de unas premisas se obtiene una conclusión. En realidad no importa lo que se diga: si el esquema lógico es correcto, la conclusión será verdadera. Una conclusión deducida es válida si no hay manera de plantearse el asunto desde una óptica en que las premisas sean verdaderas y la conclusión falsa.
El razonamiento inductivo es más comprensivo; parte también de una serie de hechos o hipótesis, y a partir de ellos llega a la conclusión, pero lo hace de forma generalizada. Yo puedo afirmar que mañana el Sol saldrá más o menos por el este y se pondrá por el oeste, y puedo estar razonablemente seguro de ello, porque se trata de un razonamiento inductivo basado en una generalización: el Sol siempre se comporta de esta manera (al menos, hasta ahora). Pero ello no implica que estas "leyes" sean ciertas, sólo que lo son muy probablemente, pero nunca con una certeza absoluta. El que veamos cien cuervos negros nos sugiere que el próximo que observemos también lo será, pero no es imposible que sea blanco (aunque sí muy muy improbable...).
Cuando hay un número limitado de observaciones o experiencias y no hay forma de razonar deductivamente, los científicos emplean la inducción. La física es casi toda ella puro razonamiento inductivo. Pero a veces, y según Karl Popper las más de ellas, los científicos ni siquiera hacen uso de este procedimiento. Cuando se realiza un descubrimiento, los científicos, por el contrario, retroceden para elaborar hipótesis compatibles con él, y a partir de esa hipótesis deducen ciertas consecuencias que se pueden comprobar experimentalmente.
De esto se deduce, siguiendo un poco a Paul Feyerabend, que hay cierta "anarquía" en el proceder de la ciencia, la cual no avanza siempre por métodos deductivos o inductivos. En ocasiones, entra en juego la imaginación o la inspiración, y mediante ellas un investigador o un pensador resuelven problemas, analizan situaciones o describen hechos de una forma que hubiese sido imposible en caso de emplear la deducción o la inducción.
Por lo tanto, hay que evitar glorificar el método científico, porque aunque mediante él hemos descubierto enormes maravillas y hemos acercado a la Humanidad a un saber profundo y útil, lo cierto es que en muchas ocasiones ese método, este procedimiento empírico, está basado en más vaguedades y simplezas intelectuales de las que imaginamos. Los razonamientos sirven para aprender, para saber más acerca del mundo, pero a veces, en efecto, se llega al conocimiento científico sin seguir para nada el método científico.
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